Opinión
¿Vuelven al foco España e Italia?
En lo más hondo de la crisis financiera de 2012, había dos países que amenazaban con desestabilizar la Eurozona y, por ende, la economía mundial: España e Italia. Nuestro país tenía un gigantesco déficit público que parecía incontrolable (cercano al 9% del PIB) e Italia cargaba con una montaña de deuda pública que parecía impagable (superior al 130% del PIB). Los inversores desconfiaban –con razón– de la viabilidad financiera de ambos países y por eso dejaron de extenderles crédito. «Los mercados nos atacan», gritaron algunos. En realidad, simplemente se defendían, ya que dadas las pésimas perspectivas de España e Italia, no querían exponerse al riesgo de que no les devolviéramos aquello que pudieran prestarnos.
Pero con el mercado de capitales cerrado, la supervivencia financiera de España e Italia se antojaba imposible. De hecho, de no haber sido por la intervención de Draghi allá por finales de julio de 2012, probablemente el euro habría implosionado ese mismo año. Desde entonces, los marcadores macroeconómicos de ambos países han experimentado una cierta mejoría, sobre todo merced al retorno del crecimiento económico. A la postre, crecer supone dos indiscutibles ventajas en términos de sostenibilidad de la deuda pública. Por un lado, contribuye a incrementar los ingresos del Estado, algo que a su vez tiende a reducir automáticamente el déficit (siempre, claro, que el Gobierno no incremente discrecionalmente los gastos); por otro, el aumento del PIB también reduce la ratio entre el conjunto de pasivos estatales y el propio PIB, lo que transmite una imagen de mayor solvencia de nuestra economía frente a la comunidad inversora.
Por desgracia, parece que este círculo virtuoso de crecimiento, confianza y mayor crecimiento podría estar tocando a su fin. Y puede que lo esté haciendo más rápido de lo inicialmente esperado, tanto en España como en Italia. Por un lado, el crecimiento económico de ambos países mediterráneos se está frenando. Nuestro país se había acostumbrado a crecer por encima del 3% desde el año 2015, pero en el segundo trimestre de este año la tasa de expansión se ha frenado hasta el 2,5%. Asimismo, el crecimiento interanual de Italia ha descendido desde el 1,7% al 1,1% en apenas cuatro trimestres. Por consiguiente, estamos asistiendo a un menor aumento del PIB en ambos países, lo que les vuelve más frágiles frente a las dudas que puedan emerger sobre su futuro.
Y, por otro lado, tanto el Gobierno de izquierdas español como el Gobierno nacional-populista italiano parecen haber apostado por aumentar los objetivos de déficit para el próximo año, desde el 1,3% del PIB al 1,8%, en el caso de España, y desde el 1,6% al 2,4% en el de Italia. Es decir, justo cuando pueden comenzar a reemerger las dudas sobre la senda de reducción de nuestros desequilibrios financieros, los irresponsables Ejecutivos español e italiano apuestan por meter más carne en el asador de la deuda.
De momento, sólo Italia está generando verdadera inquietud en los mercados. Su prima de riesgo se incrementó desde 239 puntos básicos hasta los 280 nada más conocerse que su Gobierno elevaría los objetivos de déficit. España, por ahora, se mantiene en un discreto segundo plano con una prima de 107. Desgraciadamente, las malas decisiones que están condenando a Italia no se alejan demasiado de lo que está poniendo en práctica el Ejecutivo español, a saber, sacar la chequera cuando nos estamos quedando sin combustible. Y cuando, para más inri, el Banco Central Europeo va a dejar de soplar a nuestro favor.
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