Opinión

Catalunya sin gobierno ni ahora, ni mañana

Ha pasado un año desde el 1-0 y el panorama político catalán sigue situado en la ingobernabilidad, aunque si se producen movimientos significativos a cuenta de un año de inestabilidad y, lo que es peor, inactividad. Mientras el presidente Torra actúa única y exclusivamente como un activista, su gobierno vive inmerso en la atonía y en la falta de iniciativa política. Esta actitud es castigada duramente en este sondeo, perdiendo Junts per Catalunya nueve diputados, con una fuga de votos a ERC del 16,7%, una fidelidad de voto de sólo el 68% y una intención de voto de apenas un 11,2%. En la otra cara de la moneda, ERC gana cinco escaños con la mayor intención directa de voto, un 19,2% y una fidelidad de voto superior al 80%.

A la vista de estos datos, el liderazgo del mundo soberanista se decanta hacía el tándem Oriol Junqueras y Pere Aragonés. El papel de Junqueras en la cárcel le impone a un Puigdemont errático en Bruselas, y Aragonés se impone como la cabeza visible de un gobierno que no quiere “perder la independencia y además la autonomía”. La tercera pata del independentismo, la CUP, mantiene sus diputados, pero pierde un 0,5% de su electorado.

Los movimientos en el mundo independentista tienen una clara conclusión: pierden la mayoría absoluta. En este año, la CUP ha mantenido en jaque a la coalición JxC-ERC. De hecho, tras los hechos en la manifestación de ayer las relaciones se han deteriorado de forma exponencial, lo que deja la aprobación de los presupuestos de Torra a uña de caballo, dependiendo el apoyo de los anticapitalistas de su discurso de política general con la reapertura de los plenos tras 70 días cerrados a cal y canto, y de su actitud con el conseller Miquel Buch, al que la CUP quiere ver fuera del ejecutivo. Esta precaria mayoría absoluta corre serio peligro un año después del 1-0. De hecho, dan estos datos la razón a ERC y a Junqueras que apuestan por “aumentar la base independentista”, poniendo freno a las aventuras que patrocinan Torra y un grisáceo Puigdemont, que en estos últimos tiempos pierde parte de su ascendencia y liderazgo, incluido el PDeCAT.

Sin embargo, el independentismo no tiene alternativa. Los constitucionalistas se quedan en 61 diputados, lejos de la absoluta de 68. Ciudadanos pierde fuelle, mientras que socialistas y populares recuperan escaños, inservibles para configurar mayorías alternativas que sólo se podría lograr con el apoyo de los Comunes que no atraviesan su mejor momento, y menos desde el portazo de Xavier Domènec, algo que se prevé como un imposible. Tampoco una mayoría de las izquierdas, acariciada desde Junqueras a Colau, tiene posibilidades. Sus 65 escaños no sirven para formar un gobierno, so pena de un impensable apoyo de los anticapitalistas.

Los electores mandan un mensaje claro en esta encuesta. Por un lado, nada de declaración unilateral de independencia, no quieren repetir otro 1 de octubre, aunque una mayoría apoya lo que sucedió hace un año. Por otro, una mayoría apuesta por un referéndum de autodeterminación, pactado se entiende. En cuanto a la situación que se derivó del 1-0; la encuesta es clara: no hubo rebelión para el 47,7% de los ciudadanos, y el apoyo a que los políticos presos salgan de la cárcel sube hasta el 55,6%. Como conclusión, la independencia sigue por debajo de los que quieren mantener a Cataluña en España. Este es el punto que quiere explotar el gobierno de Pedro Sánchez que apuesta por crear un nuevo marco de relaciones en base a mayor autogobierno y que, indefectiblemente, debe pasar por un referéndum de autogobierno, no de autodeterminación.