Opinión

Un cuadro macro insuficientemente pesimista

Menor crecimiento y más déficit. Ésa es la principal conclusión que cabe extraer del nuevo cuadro macroeconómico que el Gobierno de Pedro Sánchez le acaba de remitir a Bruselas tras su acuerdo presupuestario con Unidos Podemos. Un cuadro macro pesimista que probablemente peque de optimista en casi todos sus apartados. Veamos por qué.

Menos crecimiento

Según la estimación del Gobierno, nuestra economía ya no se expandirá en 2018 a un ritmo del 2,7%, sino del 2,6%; freno similar al que experimentaremos en 2019, cuando ya no creceremos al 2,4% sino a al 2,3%. La reducción del crecimiento es preocupante porque constata que nos estamos desacelerando a un ritmo superior al esperado. Sin embargo, como decíamos, incluso estas malas previsiones podrían resultar exageradamente optimistas: en el primer trimestre de 2018, el PIB se expandió un 2,8%, pero en el segundo ya descendimos hasta el 2,5%. A menos que remontemos el vuelo en la segunda mitad del ejercicio, creceremos aún menos del 2,6% que prevé Moncloa.

Nula contribución exterior

Si en 2016 el sector exterior aportó ocho décimas de crecimiento a nuestro PIB (y, por tanto, la demanda interna ayudó con 2,4 puntos), en 2017 ya experimentó un bajón al hacerlo sólo en una décima (por lo que dependimos en 2,9 puntos de la demanda nacional). Para 2018 y 2019, las previsiones del Ejecutivo son todavía peores: este año, el sector exterior sustraerá crecimiento (una décima) y el próximo no aportará nada. De momento, empero, las cosas están evolucionando todavía peor: en el primer trimestre de 2018, la demanda externa ya sustrajo cinco décimas al PIB y en el segundo, nueve. La tendencia es preocupante porque pone de manifiesto que estamos perdiendo competitividad y que regresamos a los mismos malos vicios del pasado (comprar fuera y no producir dentro).

¿Empleo inalterado?

Pese a la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento económico y pese a la constatación de que nos estamos volviendo menos productivos, el Gobierno no ha revisado al alza sus pronósticos de tasa de paro: 15,5% en 2018 y 13,8% en 2019. Las expectativas son desconcertantes no sólo porque un menor crecimiento case mal con un nulo impacto sobre el empleo o porque no haya tenido en cuenta las repercusiones de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), sino por la incoherencia entre su pronóstico para la segunda mitad de 2018 y su previsión para 2019. Me explico: en los últimos años, la tasa de paro durante el segundo semestre del año ha descendido en 1,17 puntos con respecto a la tasa de paro registrada en el primer semestre. En cambio, el Ejecutivo anticipa que, durante este segundo semestre de 2018, la tasa de paro aumentará en 0,32 puntos, lo que supone un muy notable cambio de tendencia. Por el contrario, para 2019 sigue previendo una reducción interanual de la tasa de paro de 1,7 puntos, no demasiado alejada de lo acaecido en años anteriores (en 2017, por ejemplo, cayó 2,2 puntos).

Más déficit

Uno podría argumentar que el pinchazo que está padeciendo la economía española no es atribuible al nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez, sino al agotamiento de algunos factores exteriores (como el bajo precio del petróleo o el crecimiento global) que impulsaban la buena marcha de nuestra economía. Pero lo que en todo caso resulta incontrovertible es que, frente a esta creciente parálisis, el PSOE está adoptando las medidas opuestas para hacer frente a la desaceleración. En materia presupuestaria, de hecho, plantea incrementar el déficit público hasta el 2,7% del PIB durante el presente ejercicio (cinco décimas por encima de lo inicialmente pactado con la Comisión Europea) y hasta el 1,8% durante el siguiente (de nuevo, cinco décimas más de lo originalmente acordado). Es decir, prevé acumular todavía más deuda en un contexto de incertidumbre y bajo crecimiento, la receta perfecta para que resurjan los miedos a nuestra solvencia. Sin embargo, y como en los casos anteriores, la realidad podría ser todavía peor de lo reflejado en el cuadro macro. El Ejecutivo aspira a ingresar 5.678 millones de euros más como consecuencia de las subidas de impuestos pactadas con Podemos, pero semejante pronóstico es harto inverosímil en una economía que se está desacelerando. Por ejemplo, sólo merced al tributo a la economía digital y a la tasa sobre las transacciones financieras se confía ingresar más de 2.000 millones de euros, cuando probablemente la recaudación real vaya a estar entre un 25% y un 50% por debajo.

En definitiva, el cuadro macroeconómico del Partido Socialista constata que nuestra economía ha perdido vigor y que el Gobierno está profundamente desorientado acerca de cómo afrontar esta desaceleración. Pero lo peor de todo es que, a tenor de lo expuesto, ni siquiera nos está contando toda la verdad sobre la magnitud de nuestro frenazo. La realidad puede ser todavía peor de la que nos expone un cuadro macro elaborado para tratar de venderle a Bruselas las nefastas cuentas públicas acordadas con Podemos.