Opinión

SMI y pobreza

¿A quiénes benefician las subidas del salario mínimo? Típicamente tendemos a pensar de un modo intuitivo que benefician a los más pobres. Son las familias de renta más baja las que concentran el grueso de trabajadores con menores ingresos. De ser así, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) constituiría una herramienta potencialmente poderosa para luchar contra la pobreza. Incrementar el SMI equivaldría a aumentar los ingresos de aquellos hogares más depauperados.

En realidad, el argumento resulta problemático incluso dando por válida la premisa de que el SMI lo perciben fundamentalmente las familias más pobres. Si el SMI incrementa el riesgo de caer en el desempleo, entonces abocar a los hogares más pobres a que tengan un mayor porcentaje de sus miembros en el paro no parece la estrategia más inteligente para sacarlos de la pobreza. Al contrario, sería una medida terroríficamente eficaz para perpetuarlos en ella. Sucede, empero, que nuestra hipótesis de partida –a saber, que el SMI tienden a cobrarlo los trabajadores de los hogares más pobres– no es cierta. Por ejemplo, el economista Thomas MaCurdy estimó en un famoso paper de 2015 («How Effective Is the Minimum Wage at Supporting the Poor?») que los perceptores de salarios mínimos dentro de Estados Unidos se distribuían de un modo más o menos homogéneo entre los hogares pertenecientes a todos los estratos de renta. Si el hijo de una familia de renta alta se incorporaba por primera vez al mercado laboral, entonces esa familia «rica» contaría entre sus miembros con un perceptor del SMI sin que quepa considerar a esa familia un «hogar pobre». En el caso de España, es verdad que la concentración de perceptores del salario mínimo en familias pobres es mayor que en EE UU, pero aun así resulta apreciablemente menor de lo que la mayoría de ciudadanos tiende a pensar. En particular, más del 60% de los hogares que tienen entre sus miembros a algún perceptor del SMI no se encuentran en riesgo de pobreza. ¿Qué significa esto? Pues, en esencia, que los incrementos del SMI son un mecanismo bastante ineficiente para combatir la pobreza dentro de nuestras sociedades. En particular, si eleváramos el SMI de España hasta el 50% del salario mediano (como pretenden PSOE y Podemos para 2019), la población en riesgo de pobreza apenas descendería un 0,25% (y ello suponiendo que el aumento no impacta negativamente sobre el empleo y el poder adquisitivo de los hogares más pobres).

En definitiva, no sólo PSOE y Unidos Podemos han tomado una medida cuyos efectos no han analizado en lo más mínimo y que podría condenar a millares de ciudadanos al desempleo, sino que, incluso aunque resultara exitosa, apenas contribuiría a mejorar la vida de los más desfavorecidos dentro de la sociedad española. Si de verdad nos preocupa la pobreza, dejemos de obsesionarnos con el Salario Mínimo Interprofesional.