Opinión
Los cinco tirones de orejas de Bruselas a Sánchez
La Comisión Europea ya nos ha remitido la carta en la que evalúa si el contenido del borrador de presupuestos acordado entre PSOE y Podemos cumple con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento al que deben someterse todos los países de la eurozona. Antes de publicarse la misiva, el Gobierno socialista nos aseguró que se trataría de un texto extremadamente suave y comprensivo con los planes del Ejecutivo. Pero finalmente no ha sido así. Pese a que la dureza de la carta a España no guarda parangón con la de Italia, los reproches son más que evidentes para cualquiera que preste una mínima atención al contenido del texto. En particular, podemos recopilar cinco críticas relevantes que la Comisión ha lanzado contra este acuerdo presupuestario PSOE-Podemos.
Primero, demasiada inconcreción. La Comisión nos afea que el borrador presentado es harto inespecífico al no presentar una imagen completa y fidedigna del impacto fiscal de cada una de las actuaciones de ingresos y de gastos que pretenden aprobarse a lo largo de 2019. O dicho de otro modo, Bruselas recoge las críticas que diversos economistas hemos lanzado contra las estimaciones de ingresos y gastos. No son creíbles.
Segundo, demasiado gasto. La Comisión constata que el Estado español pretende aumentar su gasto antes de intereses un 1,7%, casi tres veces más que la recomendación europea del 0,6%. No es que la Comisión se oponga per se a que los países gasten más (siempre y cuando no lo hagan con cargo al déficit), pero un aumento tan pronunciado del gasto a corto plazo normalmente repercutirá en un mayor endeudamiento.
Tercero, demasiado poco ajuste del déficit estructural. La Comisión nos recuerda que el Reino de España se había comprometido a reducir su déficit estructural en un 0,4% del Producto Interior Bruto, mientras que estas cuentas apenas lo recortan, y de manera poco creíble, en un 0,15%.
Cuarto, demasiado riesgo de desviación del objetivo de déficit y de deuda. La Comisión remarca que ni siquiera está garantizado el modesto ajuste estructural del 0,15% del PIB. Debido a la inconcreción de muchas medidas y a la estimación inflada de muchas otras, Europa nos advierte de que no pueden «excluir el riesgo de desviación», algo que también provocaría que no redujéramos la deuda tanto como debemos.
Y quinto, demasiada provisionalidad. La Comisión Europea también constata que, dada la fragilidad parlamentaria del Gobierno, los Presupuestos que terminen siendo aprobados en las Cortes no necesariamente serán los mismos que los remitidos en el presente borrador. En caso de que haya más cambios a peor, Bruselas ruega comunicación inmediata para poder monitorizarlos.
En definitiva, Bruselas nos da un importante toque de atención en su misiva. De nada sirve que el Gobierno socialista trate de quitarle hierro al asunto señalando que el remitente no es el Comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, sino solo un alto funcionario de la Comisión, Marco Buti. A la postre, la única carta que este año ha sido rubricada por Moscovici ha sido la de Italia, con la evidente intención de lanzar un mensaje distintivamente agravado al Ejecutivo nacional-populista.
Sin embargo, la gravedad del asunto es fácilmente constatable en los reducidos plazos que nos confiere Bruselas. La Comisión nos ha solicitado una clarificación de todas las críticas planteadas para el 22 de octubre. Es decir, para mañana. Los
Aunque el lenguaje diplomático bruselense le impida decirlo, el mensaje de fondo que nos está enviando la Comisión es obvio. Estos presupuestos no son creíbles ni son positivos para España o para Europa. Si bien carecen de capacidad ejecutiva para vetarlos, esperemos que sean las instituciones españolas las que terminen enterrándolos.
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