Opinión

La piedra en el zapato de Sánchez

Pedro Sánchez es un superviviente de la política. Vive dedicado a conservar el poder y a ganar las próximas elecciones. No ha inventado nada. «Los políticos se ciñen a sus intereses y lo único que les interesa es mantenerse en el poder», escribía en La Moncloa ha jugado fuerte la baza catalana, a pesar de los riesgos que entraña. Los independentistas le pedían un gesto y la Abogacía del Estado –dependiente del Gobierno, como en todos los países– ha rebajado la acusación de «rebelión» por la «sedición» para Junqueras y compañía. Sánchez tuvo que tragarse sus palabras de la primavera, cuando no dudó en hablar de «rebelión» con Susanna Griso en Antena 3.

El viernes, en una comparecencia hilarante, la vicepresidenta Carmen Calvo, autora del histórico «el dinero público no es de nadie», se superó a sí misma en el intento de explicar que cuando Sánchez habló de «rebelión» no estaba en el Gobierno y que eso cambia las cosas. La número dos Ejecutivo demostró que está dispuesta a partirse la cara por su jefe en cualquier ocasión. Y eso es lo que garantiza el apoyo de Sánchez, frente a las suspicacias que levantan sus a veces discutibles iniciativas en el equipo presidencial y en el PSOE. Pedro Sánchez, como exigían los independentistas, movió ficha. Casado y Rivera, está el manual, le acusaron –no sin argumentos– de ceder para poder aprobar los Presupuestos. El presidente quería hacer gala de cierta mano tendida en Cataluña para recuperar parte del granero electoral perdido allí por los socialistas. El equipo de Sánchez confiaba en que su estrategia calara poco a poco.

Hasta el viernes, cuando Quim Torra, presidente de la Geralitat , y Roger Torrent, presidente del parlamento, volaron cualquier puente al acusar a Sánchez, entre otras cosas, de «cómplice de la represión», por la postura de la Abogacía del Estado. Puigdemont quiere más «choque de trenes» y, a través de Torra y sus excesos verbales, ha quebrado los deseos de cierto apaciguamiento de Junqueras y los menos radicales del PDeCAT. Sánchez ha hecho su gesto, que puede pasarle factura, pero los independentistas no le han correspondido. El inquilino de La Moncloa, sobre todo un superviviente, resistirá e incluso hará otro gesto, aunque acabe de constatar que los independentistas –la piedra en su zapato– le engañan y eso sí le puede pasar factura electoral, que es lo que le preocupa. Y no, no habrá Presupuestos.