Opinión
Los coches que cuestan un Congo
Pedro Sánchez y su equipo acreditan una capacidad casi infinita para generar iniciativas –el que se pongan en marcha es otro asunto–, sólo comparable con su habilidad para cambiar de opinión sobre cualquier tema a la velocidad de la luz. La penúltima propuesta plantea vetar en 2040 la venta de coches de combustión. El Gobierno, con olfato político, quiere cabalgar sobre una bandera medioambiental que es un gran reclamo tanto para su clientela como para la que huyó a otros predios políticos. El equipo de Sánchez plantea un asunto que incomoda a una oposición, que puede poner peros, pero nunca encabezar un rechazo frontal. Además, la iniciativa, con ribetes utópicos, plantea desafíos formidables para España, el segundo fabricante europeo de coches, algo a lo que no puede renunciar. Nada es imposible y los grandes proyectos hay que acometerlos a su tiempo, pero hay que medir las fuerzas y 2040 está a la vuelta de la esquina. El automóvil es una historia de evolución permanente, pero la mayoría de los 70 millones de coches que se fabrican al año todavía están equipados con motor de combustión o son híbridos. Una pequeña parte, en aumento exponencial, son eléctricos, mientras que los coches con motor de hidrógeno –el verdadero futuro, según los expertos–no han pasado de prototipos, aunque pronto circulará alguno en Japón.
El futuro inmediato, por eso, es el coche eléctrico, que aporta muchas ventajas, sobre todo medioambientales, pero que todavía no aporta todas las soluciones. La autonomía empieza a dejar de ser un problema, aunque los tiempos de recarga todavía no son óptimos y el coste de un viaje de 400 kilómetros es más caro en un coche eléctrico que en uno tradicional. Por otra parte, si en Alemania, avanzadilla en Europa, la mayoría de los vehículos fueran eléctricos en 2035, sería necesario producir la electricidad extra que generarían 20 centrales nucleares, algo inviable ahora mismo. Otro asunto pendiente son las baterías, fabricadas con cobalto, que alimentan los motores eléctricos, porque el 60% de la producción mundial de ese mineral procede de Katanga en el Congo, un lugar bastante inestable. Hay cobalto en abundancia en Chile pero la producción no se pone en marcha de un día para otro. Los coches eléctricos son una gran idea y una excelente apuesta, pero todavía no son la panacea para el transporte, sin olvidar que ahora cuestan un auténtico Congo.
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