Opinión

Bankia, ese claro objeto de deseo

Pablo Iglesias sueña con Bankia. No es el único. Un gran banco en manos del sector público –de los gobernantes de turno– puede ser una palanca electoral muy eficaz, con la ventaja de que dispone de una red, extraordinariamente capilar, que solo hay que utilizar. El líder de Podemos preguntará mañana miércoles a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados que «¿cuáles son los planes del Gobierno para Bankia?». El inquilino de La Moncloa navegará dialécticamente con una respuesta que no se aparte de la ortodoxia de los mercados –vuelta al sector privado en algún momento–, pero que también contente a quienes –algunos socialistas incluidos– abogan por la nacionalización total de la entidad financiera. Iglesias, claro, no se dará por satisfecho porque lo único que acepta es que Bankia sea un banco 100% público «al servicio de los ciudadanos», lo que significa «al servicio del Gobierno».

Bankia, la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri, es el cuarto grupo bancario español. Vale en bolsa unos 5.500 millones de euros, de los que el 61.33% –casi 3.400 millones– son del Estado. En los nueve primeros meses de 2018 ganó 744 millones de euros. Tiene 186.034 accionistas, 16.252 empleados y, sobre todo, 8,1 millones de clientes a los que ha prestado 125.000 millones de euros. Unas cifras formidables, que pueden ser un evidente objeto de deseo de cualquier político con ínfulas estatalizadoras, que ve un inmenso campo donde cosechar voluntades, en forma de posibles favores y también de votos.

Iglesias y Podemos no engañan. Quieren una banca pública –para controlarla a su antojo– y procuran crear el clima para que surja una presión popular que lo exija. Además, pretenden aflorar el espíritu más nacionalizador del PSOE, que existe y sueña con la reafirmación de sus teorías. Ni el PP ni el PSOE –hasta ahora– han interferido en la gestión de Bankia que, por eso, va bien, y que en teoría, debería privatizarse en su totalidad en el futuro. Sin embargo, la izquierda más radical –que tienta y confía arrastrar a muchos socialistas menos templados– quiere un gran banco público, con la coartada de convertirlo en un «instrumento de política económica», aunque lo que sería es una gran maquinaria electoral, con acceso privilegiado a 8,1 millones de clientes e influencia sobre más de 10 millones de votantes. El mercado no acompañaba y hubiera sido crucificado por ello, pero quizá el PP se arrepienta de no haber privatizado Bankia tras su saneamenito y rescate. Iglesias no se esconde. El control, total o parcial, de Bankia puede ser el precio de futuros y decisivos apoyos parlamentarios. Un claro y muy tentador objeto de deseo.