Opinión

Marchena y el factor humano

E llamado «factor humano» fue, al final, decisivo, para que el magistrado Manuel Marchena renunciara a presidir el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Supremo. Todo empezó torcido. La vicepresidenta Carmen Calvo anunció a destiempo que Marchena sería el sucesor de Lesmes. Las formas son importantes y la ley determina que los miembros del CGPJ son quienes eligen a su presidente. Adelantar, antes incluso de elegir a los electores, quien presidiría el Supremo fue una precipitación. Lo admiten hasta los menos oficialistas del PSOE. Luego, todo se complicó. El pacto de socialistas y populares, santificado por Pedro Sánchez y Pablo Casado, rechizó en el PP. Los más críticos con el nuevo líder popular entendían que perder la mayoría en el CGPJ, aunque se mantuviera un presidente afín era una claudicación innecesaria. El pacto, sin embargo, no era malo para el PP. Se garantizaba, para los próximos 5 años, 9 de 20 miembros en el órgano de gobierno de los jueces y la presidencia el Supremo. Nadie asegura que los populares, tras las próximas elecciones , puedan obtener las mismas condiciones.

El equipo de Casado tuvo que lidiar con cierto malestar interno por el pacto y, entonces, surgió el error o hubo el fuego amigo. Ignacio Cosidó difundió un «whatsapp» para consumo interno de las huestes populares y alguien –desde dentro– aprovechó para horadar al nuevo equipo dirigente. No es una justificación de la metedura de pata y no la endulza, pero sí la explica. El texto del «whatsapp» y sobre todo lo que el PP controlaría, por la puerta de atrás al Supremo a través de su próximo presidente, fue la gota que colmó el vaso de las dudas de Marchena, que ya se habían multiplicado durante el fin de semana. Por último, según sus amigos, fue su mujer quien le animó a dar el paso definitivo. El factor humano.

Manuel Marchena, que seguirá como presidente del Tribunal que juzgará a los acusados del 1-0, concentra ahora todos los esfuerzos en que el proceso sea escrupuloso hasta el mínimo detalle. La estrategia de los independentistas, que pretenden recusar al magistrado, consiste en acudir, tras la sentencia –si es condenatoria– al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, históricamente muy tiquismiquis, sobre todo con asuntos formales. Es el último cartucho del independentismo que Marchena, libre de otras ataduras, intenta desactivar por anticipado en un asunto de Estado, pero también sobrado de «factor humano».