Opinión

Chupetes, becarios y traidores en el PP

Pablo Casado, a pesar de otras urgencias, sólo piensa en Andalucía. Puede digerir unos resultados regulares, pero dará la batalla hasta el final. Siempre supo que sería su primer gran escollo. La última vez que visitó la Moncloa intentó sonsacar a Sánchez la fecha de estos comicios y el presidente le dio alguna pista, condicionada, claro, a la decisión final de Susana Díaz.

La llegada de Casado al liderazgo del PP no fue sencilla, como ningún gran cambio. Desde entonces ha tenido que sortear obstáculos internos y torpezas, a veces con humo de fuego amigo. El episodio de Cosidó y el «whatsapp» ha sido el penúltimo, pero habrá más. Por eso, el día después de las elecciones andaluzas el jefe del PP moverá ficha y casi todos le recomiendan que no se ande con remilgos. Es el momento. Tras las primarias, en la sede del PP apodaban «los chupetes» a los colaboradores de Casado. Luego ascendieron a «becarios» y ya están a punto de llevar los galones de «jefe».

Ahora, en el PP, quien tiembla es el senador andaluz –hasta ahí se puede leer–, que filtró el «whatsapp». Lo ven como un «traidor», y le achacan motivos ocultos y por encargo en su «filtración», al margen del error previo de colgar el argumentario en las redes sociales. No habrá escarnio, pero no volverá a ser senador.

El gran temor de Casado es que Vox arañe un escaño en Andalucía, porque el partido de Abascal empieza a recibir financiación, interna y externa, y un buen resultado la multiplicaría. Por último, los más veteranos del PP barruntan que en la bronca de Rufián con Borrell en el Congreso pudo haber mucho teatro. La actitud de Sánchez con su ministroes sospechosa. Al PSOE un rifirrafe con ERC le da votos en Andalucía. Y al día siguiente, pueden volver a hablar de Presupuestos. Chupetes, becarios y traidores.