Opinión
¡Son los recortes, estúpido!
Tras seis años de movilizaciones por la independencia, de apoyo explícito al «procés» y a los gobiernos encargados del timón hacía la ansiada y deseada Ítaca, ayer resurgió de sus cenizas el descontento social que ha puesto en jaque al gobierno de Quim Torra. Bomberos, médicos, profesores y estudiantes universitarios han exigido el fin de los recortes y de las penurias. Quieren recuperar salarios perdidos, más y mejores materiales para ejercer su trabajo, menos tasas universitarias que han crecido en estos años un 67%, y recuperar sus salarios perdidos. Artur Mas y su tropa fueron los estudiantes aventajados de los recortes en 2010. El hachazo fue tan hiriente que todavía hoy no nos hemos recuperado. Y más con un gobierno que sólo tiene ojos para el monotema. Así, se entienden las enfermizas declaraciones de Eduard Pujol, portavoz de Junts per Catalunya, el hombre pijo de Puigdemont, el hombre que no tiene problemas para llegar a final de mes: «Nos distraemos con cuestiones que no son esenciales», dijo sin dejar su escaño por vergüenza torera. O sea, no son esenciales la reducción de las listas de espera, que los bomberos no tengan materiales, al igual que los Mossos que hace unas semanas también protestaron por su precariedad, que no haya médicos suficientes, que las tasas sean un horror y que los funcionarios no puedan recuperar los salarios perdidos. Pujol, un periodista metido a político de medio pelo, lo dejó claro: «Estamos estrangulados», por España claro, y esto sólo «se solucionará con la República». Por si acaso, no se le entendió añadió que «nos estamos peleando por las migajas». Su mirada enfermiza sólo se fija en la independencia, lo demás es un atraso. No se ha dado cuenta que la gente, al menos una parte, además de independencia quiere acabar con la miseria. ¡Son los recortes, estúpido! El vicepresidente del Gobierno, Pere Aragonés, menos zafio que Pujol, puso el énfasis en los presupuestos. Si no hay presupuestos no hay soluciones. No le falta razón. Cataluña lleva años de parálisis legislativa, de presupuestos incumplidos y ocupada, y preocupada, sólo por la solución de un conflicto, que no tiene solución a corto ni a medio plazo. El nuevo presidente de la patronal catalana, Josep Sánchez Llibre, ha exigido a los políticos catalanes un esfuerzo para alcanzar un acuerdo presupuestario, en Barcelona y en Madrid, porque tener presupuestos es necesario para afrontar con alguna garantía los problemas económicos internacionales, sumados a inestabilidades políticas. Sin presupuestos, la debilidad es más evidente. Los zafios y los estúpidos prefieren seguir tensando la cuerda. Serán migajas y cuestiones no esenciales, pero para muchos catalanes estas migajas insignificantes significan recuperar el bienestar perdido. O simplemente, llegar a final de mes. La solución para algunos es la República, pero mientras llega la República –y no será pronto– será importante tener un gobierno que gobierne, aunque sea poco. El Ejecutivo catalán haría bien en tomar nota. La paz social se ha roto. Mas tomó el atajo independentista agobiado por las duras críticas que recibía por su política de hachazos. Después de años refugiados en un espacio de confort, el Gobierno ha despertado. Los recortes han provocado hartazgo. A independentistas y a unionistas. Su inanición todavía más. Que la culpa sea de España no cuela para muchos, y la independencia prometida, con mentiras añadidas, se hace un camino de espinas hasta para sus más entusiastas seguidores. Eso sí, Quim Torra vive ajeno a todo esto. Vive en su burbuja de CDR, en su limbo de «okupa» de la presidencia de la Generalitat, la de todos los catalanes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar