Opinión

Pedro Sánchez y Phileas Fogg

Pedro Sánchez seguirá el domingo en Madrid el escrutinio de las elecciones andaluzas después de haber cruzado el Atlántico cuatro veces en diez días, todo un récord, solo al alcance de un Phileas Fogg/Willy Fog «postmillennial». Ni tan siquiera los pilotos de vuelos tranoceánicos mantienen ese ritmo. Los viajes del inquilino de la Moncloa –los más numerosos y frecuentes de un presidente– forman parte de un plan cuidadosamente estudiado, que persigue el objetivo de forjar la imagen de Sánchez como un estadista con amplia presencia internacional. Son un eslabón más de su campaña electoral permanente, a la que sólo falta poner la guinda de la convocatoria a las urnas.

Susana Díaz ganará en Andalucía. A partir de ahí, todo son incógnitas y la propia candidata socialista, nerviosa, optó por un arreón final los últimos días de campaña, con la esperanza de que el temor a Vox le de más votos a ella y se los quite a sus rivales Moreno (PP), Rodríguez (Adelante Andalucía) y Marín (Ciudadanos). Casado sueña con lo casi imposible y queda la incógnita de si la Hillary del sur exigiría la cabeza de Susana Díaz para permitir que el PSOE siga en el Gobierno. En Madrid, quizá con jet-lag, Sánchez usará el móvil esa noche y sobre todo lo harán sus colaboradores. El presidente insiste en alargar la legislatura, incluso frente a quienes en el partido le reclaman elecciones ya. El líder del PSOE hará un intento desesperado de aprobar los Presupuestos. Junqueras y Tardá podrían estar a favor, pero Torra y los incondicionales de Puigdemont lo hacen casi imposible. No obstante, la aprobación por Decreto de la subida del salario mínimo, que afectaría a 2,1 millones de trabajadores –y eso bien vendido, da para mucho–, le permitiria volver a ganar tiempo y volver a viajar más y más rápido que Willy Fog.