Opinión
La clave de Casado
La noche había empezado con mucho botellín de agua en la sede del PP. No era un pronóstico, pero no se quería descorchar el optimismo. «La clave está en mantener la segunda plaza», repetía el nuevo Partido Popular durante toda la carrera electoral. Pablo Casado había sido en esta campaña más candidato que el verdadero, Juan Manuel Moreno, y se había examinado. Primordialmente intentó frenar la fuga de votos a Vox y evitar el temible «sorpasso» de Albert Rivera, que le hubiera dejado sin argumentos para presentarse en adelante ante el centro derecha como la mejor alternativa a Pedro Sánchez. Y, por fin, saltó la noticia. Terremoto. La revolución electoral prometida por todos los grupos que se mueven a la derecha de Susana Díaz se hizo realidad: PP, Cs y Vox lograron sumar mayoría para obrar el cambio político en Andalucía. «Por nosotros no va a quedar», apuntaban en el entorno de Casado. Sobre todo por el acelerón de los de Santiago Abascal, que han pasado de ser meros «roba-votos» del PP a convertirse en una realidad que sienta doce diputados en un lugar tan complicado como el Parlamento de Andalucía. En este sentido, puede decirse que los populares, de sopetón, suman un gran éxito para el «pablismo». Aun así, la nueva cúpula instalada en Génova no logra despejar del todo el panorama futuro de un Partido Popular que sufre desde 2011 una sangría de votos que no se logra detener. De hecho, la gran sorpresa de este 2-D es Vox. Sus parlamentarios han roto los axiomas «políticamente correctos» y han aporreado las puertas para que sean muy tenidos en cuenta en próximas elecciones en zonas que tienen más abonadas. Los dirigentes que ayer se reunieron en la planta séptima del cuartel general del PP deben tomar buena nota, más allá de gritar «¡Vamosss!».
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