Opinión
Del vuelco político al vuelco económico
Tras el vuelco político que consumaron las urnas en Andalucía el domingo, ahora toca consumar el vuelco económico: a saber, demostrar que existe un programa alternativo al del socialismo andaluz y que ese programa es capaz de acercar la riqueza de Andalucía a la del resto de España. A la postre, Andalucía es en la actualidad la segunda autonomía más pobre de nuestro país, tanto en lo que se refiere a renta per cápita (18.470 euros anuales, un 45% menos que la de Madrid) como a tasa de paro (un 23% de la población activa, frente al 12% de Madrid). Tales diferencias no son, además, novedosas. En las últimas décadas no se ha producido prácticamente ninguna convergencia en términos de calidad de vida entre Andalucía y el resto de España, lo que viene a acreditar que el rumbo político que ha tomado la región ha fallado absolutamente en su objetivo de crecer más que el resto del país (y ello a pesar de las milmillonarias transferencias que, a través del sistema de financiación autonómico, recibe cada año desde regiones como Madrid, Cataluña o Baleares). 36 años de fracaso que ahora es necesario enmendar. ¿De qué modo? Andalucía necesita liberalizar profundamente su economía para lograr dos objetivos, especialmente en materia laboral.
Primero, promover un incremento del número de empresas que inviertan en la región, de manera que aumente la cantidad y la calidad del empleo que éstas demandan; segundo, suprimir todos aquellos subsidios e incentivos perversos que actualmente desalientan a muchos andaluces a ofertar sus esfuerzos laborales en el mercado. En otras palabras, hay que sentar las bases para que haya más demanda y más oferta de puestos de trabajo. No en vano, más empleo y más productividad significarán más renta per cápita y, por tanto, mayor calidad de vida para todos. En este sentido, algunos de los aspectos del programa de Vox en Andalucía –criticable como es en muchísimos otros puntos– podría suponer una auténtica inspiración reformista para dos partidos que, como PP y Ciudadanos, se habían dormido demasiado tiempo en los laureles del régimen socialdemócrata patrio.
Sería el caso de propuestas como las siguientes: eliminar el famoso Plan de Empleo Rural (PER) y reemplazarlo por un marco institucional que fomente la empresarialidad, de manera que los ciudadanos no tengan el perverso incentivo de trabajar solo durante unos meses al año para luego mantenerse merced a subsidios estatales, sino que puedan lanzarse a crear empleo y riqueza para el conjunto de la sociedad; acabar con la burocracia estéril y parasitaria (incluyendo Canal Sur) tanto para aligerar el gasto público cuanto para remover las muchas trabas y procedimientos a los que se enfrentan los ciudadanos andaluces para iniciar cualquier actividad; implantar el cheque escolar para permitir la libre elección de centro docente por parte de los padres para así impulsar una enseñanza adaptada a las necesidades reales de cada alumno; liberalizar el suelo para facilitar el incremento de la oferta inmobiliaria y que de ese modo los precios de la vivienda puedan moderar su presente escalada; o rebajar diversas figuras tributarias que penalizan el ahorro y el trabajo (reducción de dos puntos en el tramo autonómico del IRPF y supresión de Patrimonio, Sucesiones y plusvalía municipal), para de ese modo fomentar un incremento de la oferta de trabajo y de la inversión empresarial.
Como digo, todas éstas son medidas originales que hasta la fecha muy pocos partidos se habían atrevido a defender en público a pesar de su muy notable y positiva influencia sobre la economía. Puestos a negociar un acuerdo de investidura, sería muy deseable que PP y Ciudadanos abrazaran alguna (o la totalidad) de estas propuestas que resultan fácilmente compatibilizables con su ideario: de hecho, algunas de ellas son compartidas (el PP también defiende la supresión de Sucesiones y Patrimonio) mientras que otras fueron defendidas en épocas pasadas (por ejemplo, el PP de Aznar fue el primero en defender las bondades de la liberalización de impuestos). Esperemos que PP y Ciudadanos no perpetúen en la región un programa económico izquierdista y que aprovechen los votos de Vox para avanzar hacia una mayor libertad económica: desarticular la burocracia, la fiscalidad, el clientelismo e hiperregulación de Andalucía. En caso contrario, el cambio se quedará en un mero recambio igualmente fallido.
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