Opinión
La «prima» llama a la «curva»
El terremoto andaluz anuncia emociones fuertes. Nadie había previsto lo ocurrido. Empresarios –tan poco sospechosos de socialistas como prácticos– se quejan de que tenían proyectos en marcha, tras convencer a Susana Díaz, y que ahora tendrán que volver a empezar de nuevo. Un Gobierno del PP o del PP/C's –algo que ya han empezado medir Casado y Rivera– iniciaría casi una revolución en Andalucía, que afectaría a la forma de hacer negocios y, sobre todo, trabajaría para desmontar el clientelismo, lo que supondría un cambio de enormes proporciones.
El bosque andaluz y los planes de Sánchez para seguir en la Moncloa ocultan otro hecho de trascendencia económica mundial. La curva de tipos de interés en Estados Unidos ha estado a punto e invertirse y todavía puede hacerlo. ¿Por qué es importante? Desde 1960, todas las recesiones, llegaron precedidas de ese fenómeno. La inversión de la curva de tipos no siempre derivó en una crisis económica, pero nunca dejó de generar inestabilidad y temor, como ahora. ¿De qué se trata? Quizá parezca complicado, pero es bastante lógico. No es lo mismo prestar dinero a corto plazo que a largo. A corto plazo –unos meses, un año– existen ciertas garantías, porque se conocen el entorno y las condiciones económicas, de que el deudor pagará los intereses y devolverá el dinero. A largo plazo –10 años o más– eso es mucho más complicado. Por eso, los tipos de interés a corto plazo son más bajos que el coste de dinero a largo. Es muy difícil prever –cada vez más– la situación de una empresa o de un país dentro de un decenio. La vieja regla: a mayor riesgo, mayor interés. Pues bien, cuando los tipos de interés a largo plazo son más bajos que los del corto plazo, algo anómalo sucede y la historia confirma que llegan problemas. Eso es lo que ocurrió la semana pasada en el mercado de bonos americano, el termómetro más fiable para esto. Por ahora, los tipos a corto y a largo se han igualado, pero el temor a otra recesión está ahí y, por eso, los bandazos de la bolsa. Hace años llegó a la familia la prima de riesgo y, aunque ahora no da la lata, seguirá en casa mientras haya deuda pública –y la española es de 1,1 billones–, siempre dispuesta a dar un susto. Ahora, la «prima» ha llamado a otra parienta antipática, «la curva de tipos», que cuando se desmadra es todavía más peligrosa. Suele avisar, pero con el ruido del terremoto andaluz, el lío independentista y los planes cambiantes de Sánchez, quizá nadie escuche por aquí esa advertencia.
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