Opinión

«Pedro machacó a Susana»

Un buen número de errores se han sumado para producir la hecatombe del PSOE en Andalucía. Así lo reconoce el doliente socialismo. El primero, y capital, fue creer a pies juntillas en los sondeos que pronosticaban que iban a conservar el poder. Ninguna encuesta fue capaz de prever la «tormenta perfecta» que llegaba. Y al decir «ninguna» incluyo las barajadas en La Moncloa, cuyos gurús consideraron «imposible» la pérdida del gobierno. De hecho, sus proyecciones en plena campaña electoral arrojaban entre 42 y 45 escaños para Susana Díaz –finalmente fueron 33– y un muy limitado crecimiento de Vox, al que sólo llegaron a atribuir 4 parlamentarios frente a los 12 conseguidos. Nadie detectó las consecuencias de que Santiago Abascal «avivase» a los electores abstencionistas desde 2012 descontentos con la «indefinición ideológica» del periodo de Mariano Rajoy. Sorprendentemente, ni siquiera alcanzaron a valorar que la alternativa PP-Cs-Vox pudiese quedarse con las llaves de San Telmo. Pero ocurrió.

Con datos demoscópicos tan favorables para el PSOE, la despreocupación del entorno de Pedro Sánchez fue total, en viaje permanente, sin tiempo apenas para deshacer las maletas en España. Mientras, la campaña «con acento andaluz» de la candidata Díaz se iba desarrollando a la defensiva. «Hasta el exceso», aseguran desde Ferraz. Pretendía evitar el cuerpo a cuerpo con PP y Cs, que primordialmente deseaban subrayar la complicidad del presidente del Gobierno con los «golpistas» catalanes. Ese mirar para otro lado influyó, claro, en el resultado de una cita que en realidad se disputó como una antesala de las elecciones generales.

Derivada de ese exceso de confianza, hubo una desmovilización de parte del electorado tradicionalmente socialista, seguro de la victoria. A tal extremo alcanzó la desconexión interna, me cuentan dirigentes del PSOE, que la propia vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, llegó a dar un mitin para medio centenar de militantes. Naturalmente, lo ocurrido se está analizando con lupa en el entorno de Sánchez. Buscan identificar a cualquiera a quien echar la culpa de la quiebra electoral. Reconocen que despreciaron el desgaste de 36 años de «régimen» y los escándalos de corrupción de la Junta de Andalucía. Sin embargo, los afines de la todavía presidenta andaluza, que juegan «al contrataque», lo ven de otra manera: «Los insensatos apoyos políticos de Pedro y su chalaneo descarado con los independentistas han machacado a Susana».