Opinión

Sánchez y una profesión convulsa

Pedro Sánchez, pendiente de si hay reunión con Quim Torra tras el Consejo de Ministros que se celebrará en Barcelona el próximo viernes, respeta las tradiciones navideñas. Los Gobiernos desde tiempos de Felipe González ofrecen una recepción –copa informal– a los periodistas en La Moncloa en Navidad. Nadie ha roto la costumbre, aunque el año pasado, por aquello de las elecciones catalanas, Rajoy tuvo que retrasarla y fue más bien una fiesta de Reyes. Pedro Sánchez tiene razón cuando dice que «la política es una profesión convulsa» en la que hay que adaptarse día a día, que es lo que procura hacer, como ahora, tras las elecciones del 2-D y el batacazo de Susana Díaz. Cataluña influyó, pero cada vez más análisis apuntan que la gestión de la líder andaluza y su empatía –escasa para los más críticos– fueron más importantes de lo que parecen.

El presidente charla distendido con los periodistas en la copa navideña. Cuando prefiere que algo no se cuente, lo pide, se respeta y a otra cosa. Son las reglas. También se aplican a los ministros, que ayer hablaban sobre todo de Cataluña y del Consejo del viernes. Nadie irá en AVE, por si acaso, porque es más sencillo parar un tren, una tentación fácil para los «borrokas indepes». La mayoría de los miembros del Gobierno, como también es tradición, estuvieron en la copa navideña. Fallaron Carmen Calvo, José Borrell, José Luis Ábalos y Luis Planas, pero tenían justificación. Una ministra que prevé acudir el jueves en Barcelona a una cena empresarial organizado por la patronal Fomento del Trabajo –es probable que asista el equipo económico y la duda es Pedro Sánchez–, bromeaba y decía que el ministro del Interior prefería que no fueran para ahorrar en seguridad. «Pero tenemos que estar; es un acto económico importante». El presidente pasará la Navidad en Doñana. El Gobierno subirá las pensiones con el IPC de noviembre y enviará los Presupuestos al Congreso en enero, tras el inicio del juicio contra los líderes del «procés». Todo influye en todo, apuntaba otra ministra polémica. El Congreso aprobará el jueves la senda de déficit –un 1,8%– y, luego, el Senado la tumbará. La ministra Montero deberá hilvanar unas cuentas con el 1,3% de déficit previsto por Cristóbal Montoro, sin el margen de 0,5 puntos que Calviño arañó en Bruselas. Dará munición al Gobierno contra la oposición, sobre todo Ciudadanos, y le servirá de ensayo para arremeter contra los independentistas de Puigdemont y Junqueras si al final no apoyan los Presupuestos, algo que abriría las puertas al adelanto electoral. Es cierto, la política es una profesión convulsa.