Opinión

Torra y los poetas exiliados del 39

Pedro Sánchez viajó a Barcelona (España) en busca de más tiempo para su Gobierno y apoyos para tramitar los Presupuestos; aprobarlos es otro asunto. Quim Torra, el valido de Puigdemont, obtuvo una foto de Estado –con Calvo, Batet, Aragonés y Artadi– y un comunicado conjunto que admite «un conflicto sobre el futuro de Cataluña» y orilla la Constitución, pero no se comprometió a nada. El presidente de la Generalitat, sin embargo, tampoco estaba feliz. «Me voy a leer poemas de exiliados del 39, como hago todos los años este día», fue su excusa para abandonar luego un acto empresarial, organizado por Fomento del Trabajo, tras pronunciar –en presencia de Pedro Sánchez– un discurso independentista. El presidente del Gobierno salió de la reunión con la idea de que «Torra no sabe cómo salir de este lío» y con el temor de una próxima reacción desabrida del catalán. El líder del PSOE sabe que camina sobre el filo de la navaja. Puede ganar tiempo, pero corre el riesgo de asustar a su propia clientela fuera de Cataluña. «Parece domingo en Barcelona , apenas hay tráfico», comentaba ayer un empresario que quería ver el vaso medio lleno. Sin embargo, las imágenes de una ciudad semitomada por la policía y los «borrokas indepes», no eran de normalidad. Un dato. El despliegue policial –9.000 efectivos– triplicó al del partido de alto riesgo Boca-River. Sánchez ha jugado su órdago. Ahora debe esperar el apoyo de ERC y PDeCAT a sus Presupuestos. No está claro qué prefiere Puigdemont y Torra no pone buena cara. Su relación con los miembros de su «Govern» es inexistente y hay quien habla de elegir un «Conseller en Cap» que gobierne y facilite el entendimiento, mientras él se refugia en esos poemas de exiliados. Y quizá la «realpolitik» también llama a las puertas de Torra.