Opinión

El indicador del pánico asusta

Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) y Juan Marín (Ciudadanos) anunciaron ayer, con la liturgia habitual, un acuerdo para gobernar Andalucía y pasar página a la larga etapa socialista. Los populares presidirán la Junta y Ciudadanos el Parlamento. Todo estaba claro el 3 de diciembre, cuando las urnas vomitaron su veredicto, quizá inesperado. Sin embargo, han tenido que pasar 24 días para oficializar lo obvio, no sin abundante paripé por parte de todos, incluida la gran derrotada, Susana Díaz. Y todavía habrá que esperar hasta mediados de enero para que Juan Manuel Moreno sea investido presidente de la comunidad andaluza. Insólitos plazos decimonónicos para una politica del siglo XXI.

Unos días antes, mientras el Rey Don Felipe hablaba de convivencia y pedía respeto a la Constitución en su mensaje navideño, el índice Dow Jones de la bolsa de Nueva York se pegaba el mayor batacazo dela historia un día de Nochebuena, al desplomarse más de un 3%. El susto de Wall Street llegó acompañado de otros nubarrones. El llamado «indicador del pánico», el índice VIX de volatilidad, se disparaba nada menos que un 22,47% en una sola jornada y se colocaba en 36,07 puntos, 3,3 veces más que agosto, cuando acariciaba los 11 puntos. El VIX, que se negocia en el Chicago Board Options Exchange, mide la variación que los mercados creen que tendrá la bolsa en los próximos 30 días. Cuando el índice VIX está por encima de los 30 puntos se interpreta como una señal de miedo. Por el contrario, cuando está por debajo de los 20 puntos, indicaría optimismo. Un repaso histórico fugaz ilustra el papel del índice como profeta de los mercados. En el otoño de 2008, al inicio de la Gran Recesión, alcanzó su máximo 59,89 puntos, mientras que el mínimo de los últimos tiempos quedó registrado hace el pasado 1 de septiembre, con 9,51 puntos, ¡26,56 menos! que el día de Nochebuena.

Es decir, en pocas semanas subió un ¡279,5%! Ayer, el VIX bajó algo, lo que se interpreta como una tregua, pero la incertidumbre está ahí. Al mismo tiempo, en España, el sainete andaluz entra en su recta final y mientras Sánchez y Torra se reunían en Barcelona, el PDeCAT de Puigdemont, aunque pasó inadvertido, aprobó votar en contra de los Presupuestos «salvo que supongan una mejora de vida de los ciudadanos de Cataluña». Traducción: habrá un precio, será muy alto y el inquilino de La Moncloa pagará lo que le pidan, pero sobre todo debería observar el indicador del pánico, que asusta, para evitar que un resfriado fuerte o una gripe de Wall Street se conviertan en pulmonía española. ¡Ojo!