Opinión

La trampa del Gobierno a los autónomos

Los autónomos han salido aparentemente ganando de sus negociaciones con el Gobierno socialista: apenas una subida de sus cuotas de 5,36 euros mensuales a cambio de un cierto aumento de las prestaciones que promete proporcionales la Seguridad Social (ampliación de la compensación por cese de actividad desde 12 a 24 meses y exención de pago de cuotas a partir del segundo mes de incapacidad laboral). Sin embargo, la aparente victoria del colectivo a corto plazo camufla una dolorosa derrota en el medio plazo. A la postre, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) para la Seguridad Social acumula un déficit de 7.000 millones de euros: es verdad que la mayor parte del mismo proviene de la incorporación al RETA, desde 2008, de los trabajadores del campo (previamente agrupados bajo el SETA), pero el caso es que actualmente las cuentas de la Seguridad Social por el lado de los autónomos son deficitarias.

En este sentido, incrementar todavía más las prestaciones a las que este colectivo tiene derecho sin que afluyan nuevos ingresos relevantes a las arcas de la Seguridad Social constituye una estrategia financiera muy poco sostenible a medio plazo. De ahí que a lo que probablemente vayamos a asistir en un futuro no muy lejano es a un brutal rejonazo en materia de cotizaciones sociales contra los trabajadores autónomos: rejonazo que se justificará en la necesidad de atajar el déficit de un sistema que está proporcionando excelentes coberturas a los autónomos. No se trata de ninguna especulación sin fundamento.

Recordemos que, hace apenas unos meses, el PSOE estaba defiendo a capa y espada machacar tributariamente a los trabajadores por cuenta propia: ya fuera o incrementando las bases mínimas de cotización de los autónomos hasta 1.050 euros mensuales (lo que equivaldría a una cuota mensual mínima de 315 euros) o, incluso, obligando a los autónomos a cotizar en función de sus ingresos reales (lo que supondría forzar a la mitad de todos los autónomos a pagar muchísimo más que en el presente). Y en estos días sigue reivindicando la necesidad de hacer cotizar a los autónomos por sus ingresos reales a partir de 2019. Mucho me temo, pues, que las principales organizaciones de autónomos están cayendo en la trampa del Ejecutivo para, en un futuro no muy lejano, terminar engullendo fiscalmente a este colectivo. Su reivindicación jamás debería haber sido la de más prestaciones a cambio de la congelación de la cuota: eso es un equilibrio insostenible.

Su auténtica reivindicación debería haber sido la de ofrecer un menú muy variado de cotizaciones a los autónomos: por ejemplo, aquellos que deseen cotizar para devengar el derecho a una compensación por cese de actividad de 24 meses deberían tener la opción de pagar un recargo en sus cuotas mensuales (y aquellos que no deseen adquirir semejante derecho, que no deban abonar tal recargo). Pero se está optando por el camino de que la Seguridad Social vaya adquiriendo un conjunto de obligaciones financieramente insostenibles para, finalmente, terminar parasitando con mayor saña a los autónomos.