Opinión

El gran plató de Abascal

La irresponsable carrera de Sánchez junto al independentismo va a chocar con el juicio al «procés». El escenario principal de la política se va a desplazar al Supremo, rodeado de cámaras, micrófonos y sets de televisión. Tal decorado va a poner en solfa el diálogo de con Quim Torra.

Y además, por muchos metros de cable ante el Alto Tribunal que haya que sortear, allí estará Vox como acusación particular contra los líderes secesionistas en el banquillo. Javier Ortega Smith, en nombre de Abascal, va a protagonizar el «culebrón» judicial de martes a jueves, en sesiones de mañana y tarde, durante tres meses, con la previsión de dictarse sentencia después de elecciones de mayo.

La exposición pública de Vox, permanente, aliada con esa enorme fuerza en los medios que tiene hoy saltarse el guión políticamente correcto, tiene visos de escribir una página de sociología sobre lo productivas que son las campañas para un partido que ha irrumpido como un huracán.

Sobre todo, mientras el desafío del secesionismo a España esté tan presente. Lo que todavía desquiciará más a los que ahora corren alertando del peligro del populismo, aunque no se asustaran cuando Podemos o Bildu echaron a Rajoy del Gobierno.

El PP, sin embargo, ha preferido ver el fenómeno Vox de forma distinta. Deseando, quizá, que ayude a remover la alternativa de centro-derecha. Es la visión de un partido que, pese a la regeneración emprendida por Casado, estaba condenado en lo inmediato a perder muchos centros de poder.

La presencia de Abascal lo ha cambiado todo. No cabe duda. Y, aunque pueda parecer contradictorio, tres partidos a la derecha del PSOE complican esta vez más el futuro a Sánchez y a la izquierda.