Opinión

Los idus de marzo

Salen las mujeres a la calle, mano sobre mano, la víspera de los Idus de marzo y en el aire hay un rumor de urnas y un brillo de puñales mitineros. Algo va a pasar. No conviene hacerse demasiadas ilusiones. Lo que quiero decir es que, con tanto revuelo feminista y político, no es seguro que la primavera haya llegado a España para quedarse, aunque hayan florecido ya los almendros y los ciruelos prunos y hayan aparecido las primeras violetas en el jardín. Los que venimos de las Tierras Altas, donde Castilla pierde su nombre, lo sabemos por experiencia y somos razonablemente desconfiados. Estamos acostumbrados al silencio de los campos, sólo roto por el canto de los pájaros, y nos aturden los alborotos, que nunca han traído nada bueno. Eso decían en mi pueblo. Por lo demás, sabemos que a estas alturas de marzo hay que estar preparados para un nuevo cordonazo del invierno y un regreso a la oscuridad.

En mis Tierras Altas la primavera llega tarde, cuando florecen en los ribazos los bizcobos, los escaramujos y los espinos de flor blanca. Y es muy breve. Allí marzo tiene fama de traidor, tan pronto frío como calor. Acostumbra a despedirse con algún nuevo algarazo de nieve, que dejará su firma blanca en los cerros y en los huecos de las umbrías. El viento aún bramará en el monte en las noches oscuras. Si con este tiempo te aventuras a echarte a los caminos, donde difícilmente encontrarás un chozo para guarecerte, te recomiendo que no dejes en casa el tabardo ni el tapabocas por si acaso. No digas que no te lo he advertido. Cuídate de la falsa primavera de esta España con olor a urnas y con las feministas airadas en la calle.

Recuerda lo que pasó aquel 15 de marzo del año 44 antes de Cristo. El adivino le había advertido a César: «¡Cuídate de los Idus de marzo!». Cuando César iba aquella mañana camino del Senado, se encontró de nuevo con el adivino en la calle, lo llamó a su lado y le dijo riéndose: «Los Idus de marzo ya han llegado, y aquí me tienes». Y el adivino respondió: «Sí, pero aún no ha acabado el día». Poco después el confiado Julio César caía abatido por los puñales de los conjurados. Hasta entonces los Idus de marzo tenían fama de día de la suerte y César, de resistente. El 28 de abril florecerán las urnas y será por fin primavera hasta en las Tierras Altas. ¿O no?