Opinión
Me gusta la castaña
De la reina a las monjas y de estas a las eurodiputadas que promueven la lucha contra las vacunas el 8-M para todo dios. Incluidos los aliados «masculinos». Hasta el punto que uno teme que nos manifestemos contra las injusticias auspiciadas por una civilización extraterrestre y, de paso, que se trate de un cierre patronal. Animado por la lectura de un sensacional artículo del profesor Pablo de Lora encaro el «argumentario» de la «huelga». Antes releo la definición de feminismo de la RAE. «Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre» y «Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo». El texto, escrito con la blanda sintaxis de un aspirante a sociólogo en labores de jefe de gabinete de un concejal de deportes, juventud y fiestas en un municipio más bien pequeño, sirve para que las organizadoras adelanten que son antirracistas, anticapitalistas, antineoliberales, anticoloniales y antimilitaristas. Sin más apoyo fáctico que una formidable empanada ideológica subrayan «que la justicia en España es patriarcal y pone en duda nuestra palabra» y que «cuando denunciamos que hemos sido agredidas se cuestiona nuestro testimonio». No voy ahora a desbrozar unas generalizaciones desmentidas por todos los estudios de calidad democrática disponibles, verbigracia «somos víctimas de violencias institucionales, a través del poder judicial, del sistema sanitario, de los servicios sociales y de los cuerpos de seguridad» o que el sistema penal «es patriarcal, racista y clasista», y que parecen referirse a Sudán del Sur. Tampoco hagamos sangre con la petición «de poner fin a un sistema psiquiátrico y a un modelo biologicista que patologiza las emociones». Por más que recuerde las paparruchas blandidas por tipos como L. Ron Hubbard, fundador de la Cienciología. Ni siquiera merece la pena detenerse en gemas del calibre de sustituir «tampones y compresas por la copa menstrual». Lo interesante, descontados apriorismos posmo, fulgurantes contradicciones, simplezas lacerantes y horticultores berretes new age es la pretensión de encajar a martillazos unas reclamaciones que tienen de feminista lo que yo de lanzadera espacial o usted de pingüino emperador. Enemistadas con la democracia liberal, la salvaguarda de la igualdad jurídica y la presunción de inocencia, la economía de mercado y la tradición ilustrada. Lo llaman «argumentario». Parece una parodia de una letra de Manu Chao por unos adolescentes con delirios mesiánicos. Me gusta la castaña, me gustas tú...
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