Opinión
El tropiezo de Sánchez
Cuando La Moncloa había conseguido resituar en algunos medios la inminencia de su entrada en el Valle de los Caídos, la realidad volvió a estropear su titular más buscado. Parece mentira que en el año 2019 un Gobierno se haya enredado con la exhumación de Francisco Franco que murió en su cama de El Pardo hace casi 44 años. Aunque tratándose de Pedro Sánchez, todo golpe de efecto es posible. Por innecesario que resulte. La intención del presidente siempre ha sido marcar un hito. Pero el propio Sánchez, en su alocada carrera contra el reloj, pecó de falta de previsión. Ahora su camino ya se ha convertido en una misión imposible. Hay que pasar por los tribunales y en ese campo, hoy por hoy, tiene perdida la batalla, al menos, la de los tiempos. Sin embargo, las medias palabras de su «círculo de hierro», Carmen Calvo incluida, seguían hasta hace muy poco vendiendo la determinación de «tirar para adelante», dando por descontado que el Supremo no impondría suspensiones cautelares o que en cualquier caso podrían «usar la momia de Franco» de cartel electoral el 28-A como acicate para la movilización del electorado de izquierda.
Días atrás hubo un intento, a todas luces a la desesperada, de negociación directa con la familia Franco. Fracasada «la mediación», desde Presidencia se excusó esa –razonable– interlocución como el intento de ofrecer a las partes todas las garantías. ¡Ya! A estas alturas, el temor monclovita es haberse metido en un conflicto judicial de muy incierta salida con los nietos del dictador. Batalla judicial que puede acabar incluso ante el Tribunal Constitucional. Sin tiempo para sacar a Francisco Franco del Valle de los Caídos, el Gobierno última a toda prisa un real decreto-ley para crear un censo nacional de víctimas de la guerra civil y la dictadura. La intención del Ministerio de Justicia de la tres veces reprobada por el Congreso de los Diputados ministra, Dolores Delgado, pasaría por centralizar en una base de datos las desapariciones forzadas para conocer detalles de la represión de ese periodo. Para muchos, otro intento de Sánchez de cavar trincheras entre españoles como instrumento electoralista y dibujar ante los suyos, cuatro décadas después, un irreal ejército de nostálgicos franquistas al que enfrentarse. Una secuela más del guión televisivo ideado por la factoría sanchista para mantener la tensión alta.
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