Opinión
Diplocat y la nación catalana
Ayer prestó declaración en el Tribunal Supremo, dentro del juicio por el levantamiento secesionista en Cataluña, Albert Royo, en su día secretario de Diplocat. Diplocat, como explicó Royo en su tono característicamente reticente –siempre la raza superior, aquí dando lecciones de rabioso «cosmopaletismo»– se dignó explicar que su agencia no era nada parecido a un Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo que hacía Diplocat era hacer diplomacia pública, que es una forma de dar a conocer y difundir algunos elementos de la propia sociedad que un Estado, en este caso un Estado in pectore, considere relevante.
En su momento, fue uno de los instrumentos más importantes de la construcción nacional de Cataluña. Se encargó de difundir en el exterior un «relato», es decir, una versión de la realidad catalana específicamente dedicada a justificar la idea de que Cataluña es una nación. Una nación ocupada por España y que aspira legítimamente a la secesión y a un Estado propio. La paradoja es que la diplomacia pública, que se dirige a agentes no estatales, estaba encaminado a la creación de un nuevo Estado. «El camino catalán a la autodeterminación», según el título de un documento de Diplocat.
Diplocat fue cerrado cuando el gobierno de Mariano Rajoy intervino la Generalidad de Cataluña. Fue reabierto en julio de 2018, cuando se puso punto final a la intervención, con el objetivo declarado de «explicar al mundo el derecho a la autodeterminación» de Cataluña. (El texto dice «derecho a la autodeterminación y la pluralidad de Cataluña»: para los nacionalistas, sólo es pluralista la Cataluña nacionalista.)
El gobierno de Mariano Rajoy, en particular con el ministro García-Margallo, hizo un esfuerzo considerable, y fructífero, para contrarrestar la propaganda secesionista en las instituciones gubernamentales y los organismos internacionales. De menor envergadura fueron los intentos de diplomacia pública. Ya que se toleraba la acción de Diplocat, al menos se podía haber intentado ofrecer otra visión de nuestro país y de su relación con una de sus Comunidades Autónomas. Para eso estaba Marca España.
La declaración de Albert Royo dejó bien claro que la Generalidad está dispuesta a seguir la misma línea de propaganda. Y si el próximo Gobierno español depende de los nacionalistas, ya está marcada la hoja de ruta para la continuación de la construcción de la nación catalana.
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