Opinión
España vacía llena de votos
Anoche empezaron quince frenéticos días de campaña electoral. Veremos grandes mítines, actos en plazas, puerta a puerta en barrios, entrevistas en radio y televisión, debates en todos los formatos, miles de mensajes y fotos en redes sociales. Los candidatos al Congreso y al Senado se lanzarán sobre los electores con todo tipo de argumentos, propuestas y mensajes, porque todas las encuestas dicen que aún quedan muchos millones de electores por decidir su voto, y por lo tanto la campaña puede ser decisiva para el resultado final del 28 de abril.
Partidos y candidatos han reparado en la importancia que tienen en esta ocasión los más de 100 escaños, casi un tercio de los que se reparten, de las provincias del interior. Esos territorios que responde al concepto de la «España vacía», acuñado y analizado por Sergio del Molino.
Hasta ahora las disputas electorales en esas provincias eran de baja intensidad. Los partidos daban por descontado el resultado en las mismas y la atribución de escaños permanecía casi inamovible elección tras elección. La explicación seguramente se debe a nuestro sistema proporcional corregido de atribución de escaños y al bajo número representantes en cada una de esas provincias.
Ambas cosas no han cambiado. Ni hay un nuevo sistema electoral que sustituya a la tantas veces criticada Ley D´Hont ni los escaños a repartir en esa parte del país son más que en los últimos 40 años. Pero hay algo que sí ha cambiado, es el grito desesperado de esa parte de España que ve agonizar sus pueblos, que ha dejado de escuchar la risa de los niños en las calles, mientras sus vecinos desaparecen al mismo ritmo que cerraron las tiendas, los bares, los consultorios médicos o las escuelas.
Hace unas semanas miles de ciudadanos y centenares de plataformas de esa otra España se manifestaron en Madrid. Políticos de todos los partidos participaron en la manifestación, respetando la consigna de no portar signos distintivos de sus formaciones. Sin embargo, los representantes de los partidos si hicieron expusieron sus proyectos y propuestas, en algunos casos lo hacían por primera vez haciendo gala de un oportunismo típico de campaña electoral. Lo sorprendente fue que a pesar de las diferencias ideológicas, de la proximidad de las elecciones y de la dificultad para cambiar resultados electorales en esas circunscripciones, hubo un importante consenso respecto a la necesidad de afrontar sin demora los múltiples problemas de la España rural.
En un debate posterior de cuatro representantes de las principales fuerzas políticas, incluso se llego a hablar de un pacto de estado para afrontar los problemas económicos, de servicios públicos o las graves deficiencias de comunicaciones que sufren los habitantes de esas zonas. Que España se esté vaciando en una parte importante de su territorio es uno de esos problemas estructurales que deberían convencer a las principales fuerzas políticas sobre la necesidad de hacer muchas cosas, de hacerlas rápido y de forma sostenida en el tiempo, porque la España vacía además de estar llena de votos está habitada por hombres y mujeres que quieren volver a mirar su futuro y el de sus hijos con optimismo y esperanza.
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