Opinión

El futuro no está escrito

Cualquier observador poco exigente se quedará con el triunfo de Pedro Sánchez, el desplome del nuevo Partido Popular, el avance de Ciudadanos, el frenazo a Podemos y la irrupción de Vox, el elemento extraño que ha distorsionado los resultados y ha favorecido el triunfo socialista. Ese observador anotará también la euforia de los nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, que se muestran envalentonados, y el barrido de los populares en estas dos comunidades, donde está más en juego el futuro de España. Apuntará también en su libreta que en la pugna identitaria han vencido los separatistas, que han aumentado notablemente su representación parlamentaria. El sentimiento victimista, con candidatos en la cárcel, se ha impuesto a los entusiastas de las banderas rojigualdas en los balcones. La extrema derecha española da hoy menos miedo en Europa que la víspera de las elecciones. Su recorrido, si es que tiene algún recorrido, dependerá –anota este observador– del comportamiento del presidente Sánchez, a partir de ahora, en relación, sobre todo, con la crisis catalana.

Lo que le resultará complicado es adivinar qué va a pasar ahora. ¿Qué se puede esperar? En circunstancias de desconcierto político, como el que vivimos, uno se acuerda siempre de Ortega, en busca de un poco de luz. Hoy me quedo con lo que escribe en el prólogo de la «España invertebrada». Dice que «no puede esperarse ninguna mejora apreciable en nuestros destinos mientras no se corrija previamente ese defecto ocular que impide al español medio la percepción acertada de las realidades colectivas». Eso parece. Sólo una grave distorsión de la opinión pública puede explicar que un político tan limitado como Pedro Sánchez, que ha negociado a calzón quitado con los separatistas –y aún lo niega–, que no ha podido demostrar que es el autor de su tesis doctoral y que ha exhibido en la campaña un documento falso, sea el ganador de las elecciones. Esto sería impensable en cualquier país serio de Europa. Con estos antecedentes, lo que se puede esperar de él, ahora que cuenta con el aval popular, es que siga el camino del «diálogo» en Cataluña, con más concesiones, empezando por el indulto a los políticos presos y un mediador en la mesa. Los pactos de gobierno quedan para después de los comicios de mayo. Cualquier cosa puede pasar. A ver qué hace el oscilante Rivera, el cuatrero de la política española. El futuro no está escrito. Como dejó dicho Forges en su última viñeta, «la piedra es el único objeto inanimado capaz de tropezar dos veces con el mismo hombre».