Opinión
Pueblo en funciones
Tras los resultados de las elecciones, y hasta que se resuelvan los pactos postelectorales, nos encontramos en un fase de interinidad muy interesante. No hay conclusiones sólidas, sino un momento de pensamiento líquido en el que, durante unos cuantos días, todo el mundo va a estar muy abierto y se sopesarán entendimientos impensables. Lo que se negaba durante la campaña electoral –ser bisagra de algo– se convierte ahora en materia de posible especulación en muchas formaciones, sobre todo a nivel local y para diversos casos específicos muy particulares.
La posición de bisagra política en cualquier situación es cosa más complicada de lo que pueda parecer. Me recuerda extraordinariamente a un fenómeno muy común que se daba en la industria musical cuando un artista había tenido su primer éxito y preparaba su segundo trabajo. Debía entonces elegir entre hacer su obra todavía un poco más comercial para llegar a un público aún más amplio y seguir creciendo, o bien negarse a introducir novedades y seguir practicando inmutable su estilo. El riesgo era, en este último caso, aburrir con la repetición y perder también público. Nunca había una solución empírica, ni estadística aritmética que sirviera de panacea para dar respuesta a estas decisiones. Se trataba de arriesgarse, hacer el trabajo muy bien y medir cuidadosamente los grados de variación, a ver cuál era el efecto que hacían en el público. El riesgo era grande: podías renunciar a hacer lo que te gustaba y, a pesar de ello, no conseguir alcanzar el gran público comercial, perdiendo encima a tus fieles porque consideraran que los habías traicionado. Solo en algunos casos finísimos se conseguía acceder a un público más amplio sin perder las esencias, conservando a los ya fidelizados y ganando nuevos fieles. Eran pocos casos, pero de gran éxito. El premio era muy grande pero el riesgo de la apuesta era también de gran peligro, porque te arriesgabas a intentar contentar a todos para quizá terminar no contentando a nadie y perderlo todo.
Son esos los problemas del público interino en los que a veces nos colocan las circunstancias. Con el pueblo en funciones, estos días los políticos van a tener que medir mucho sus pasos.
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