Opinión

Renglones torcidos

La ruta ideada para Andalucía con destino a otras comunidades, se antoja dudosa en Madrid o Murcia. Al menos a estas horas. Casado necesita del concurso de Cs y de Vox, pero ambos ponen sus pegas. La posición de Rivera consiste en sellar una coalición con el PP, que sería, a su vez, el encargado de negociar el apoyo del tercero en liza, Vox, aunque sin permitirle «contaminar» con su presencia los gobiernos. Tampoco es que los de Abascal confíen en un acercamiento real a los naranjas, y fían su suerte a lo que puedan arrancar a los populares. Eso sí, desean conseguir al menos que los tres equipos negociadores se fotografíen juntos. En su ánimo está dejar de ser unos apestados y entregar sus votos «a cambio de nada», tal y como viene lamentando Monasterio. Lo cierto, a pesar de vestirse todos con el traje de «cerrar el paso a la izquierda», es que las posiciones de las derechas parecen insalvables. Tanto como para que el PP, al menos en Madrid, pueda esperar cualquier cosa. Lo último que desean en Génova durante este impasse es que aumente la tensión entre las tres formaciones. El mismo entorno de Casado transmite gran enfado por el bloqueo. Pese a la tozuda aritmética. Además, los tira y aflojas (que en las redes ayer mismo llegaron a situaciones grotescas) únicamente consolidan una imagen de falta de seriedad que lastra al centro derecha. Así que en el cuartel general de los populares andan desconcertados. Es complicado asimilar la obcecación de Cs y Vox, la cual, por cierto, ni siquiera sirve de desagravio a sus respectivos votantes. Más bien asistimos a un juego de desgaste entre ambos que perjudica al PP, al que pilla en medio, que es quien mayores consecuencias puede sufrir a corto plazo. Hoy todo está tan abierto –y enrarecido– que un pacto deberá ser escrito con renglones torcidos.