Opinión

El ruedo: el lienzo sobre el que aflora el toreo

Del resplandor dorado de Sevilla a la oscura y tenebrosa arena de Bilbao. De norte a sur y viceversa, con cerca de 900 kilómetros de distancia. La arena sobre la que se pincelan las obras de arte de mayor verdad adquiere identidad propia en base al lugar en la que se encuentra, por la historia y la relevancia de la categoría de la plaza de toros, y por los momentos épicos e infaustos que han ocurrido sobre ella. El enorme manto de arena que cubre cada ruedo taurino es un lienzo peculiar, único y diferente, que pasa inadvertido para muchos pero que requiere de un tratamiento y un estado idóneo para el correcto desarrollo del espectáculo taurino. La arena de las plazas de toros juega un papel fundamental en el desarrollo y la escenografía, en ella el torero dibujará religiosamente la cruz antes de comenzar el paseíllo, con la intención a su vez de sentir en la primera pisada el estado de la arena sobre la que minutos más tarde se jugará la vida. Sobre esa misma arena el toro hendirá surcos con el hocico como consecuencia de embestidas bravas que el espada dominará por bajo, sobre ella plasmarán sus huellas toro y torero, y sobre ella residirá la verdad y la grandeza de la tauromaquia. «El estado del ruedo tiene más importancia de lo que muchas veces se piensa», comenta el matador de toros albaceteño Rubén Pinar. «Muchas veces cuando el estado del ruedo no es el idóneo, este nos juega malas pasadas y quedamos a merced del toro y de una posible cornada que puede acabar con nuestra vida», prosigue Pinar. Tanto hay en juego que de su estado pende la celebración del espectáculo, aunque pocos son los que se suspenden, tan solo una corrida de toros ha sido suspendida este año de entre todas las que se han celebrado hasta el momento en plazas de primera categoría, y fue en Pamplona. Pero ya no solo es importante cuidar al detalle el estado del ruedo en el toreo a pie, sino que para el toreo a caballo se requiere incluso mayor dedicación a la hora de prepararlo. «El ruedo es lo primero que miramos los rejoneadores en un día de corrida», afirma Leonardo Hernández. «Si el ruedo se encuentra en mal estado el caballo puede lesionarse, además de provocar un resbalón y caernos al suelo», argumenta el jinete. Además, ambos toreros hacen hincapié en que gran parte de la inspiración que les lleva a obrar grandes faenas depende en parte a cómo se presente el ruedo: «Si el ruedo está en mal estado no hay seguridad, y por lo tanto si no estás a gusto tienes mayores inseguridades que afectan a la inspiración a la hora de cimentar una faena».

Con el término albero se denomina popularmente a toda la arena que se encuentra esparcida de manera uniforme sobre el ruedo, pero en realidad, el albero es un material único que no se encuentra en todas las plazas de toros. Madrid, Pamplona o Bilbao son ejemplos de ciudades en las que sus plazas de toros utilizan otros materiales para cubrir el redondel. El albero es un tipo de roca formada por la acumulación de sedimentos de diferentes tamaños y sometidos a procesos físicos y químicos que dan lugar a un material consolidado. Concretamente, el albero utilizado en la mayoría de las plazas de toros se extrae principalmente de la comarca de Los Alcores, donde su ubica el municipio sevillano de Alcalá de Guadaíra. En este enclave, constituido en la cuenca del Río Guadalquivir, se comenzó a formar este tipo de roca sedimentaria hace millones de años principalmente por la compactación de calcita, un mineral formado por carbonato cálcico, y cuarzo, a un 80% y 12% respectivamente. El 8% restante en la composición corresponde a otros minerales como filosilicatos y goethita, siendo este último mineral, que pertenece a la categoría de los minerales óxidos, el que aporta esa tonalidad ocre tan característica en los ruedos españoles.

Sevilla es el gran escaparate del albero. En la Real Maestranza se cuida al detalle este material que cada año se renueva con mimo y cuidado. Es uno de los elementos que hacen única a esta plaza, por el colorido que destella cuando los rayos del sol reflejan sobre él. Y del brillo, al la oscuridad. La plaza de toros de Bilbao presenta un aspecto completamente diferente, más apagado, lúgubre y tristón. Sobre Vista Alegre se extiende un gran manto negro de arena, que en este caso es extraída de las canteras de Orozko (Vizcaya). Es la idiosincrasia de esta plaza. En Santander también se hace uso de este material para cubrir el ruedo del coso de Cuatro Caminos. La arena sobre la que afloran en esta plaza las emociones una vez roto el paseíllo está compuesta por una mezcla de piedra triturada de estas canteras vascas y arena de playa, cuya función es la de absorber el agua de la lluvia. Leonardo Hernández y Rubén Pinar aseguran que sí que se nota el torear sobre un piso u otro, qué hay diferencia, pero que si están bien preparados no tiene porque notarse en el tendido.

Para el toreo a pie, Pinar comenta que lo idóneo es que el piso esté bien compactado, que sea firme y con una pequeña capa superior de tierra más suelta, pero lo suficientemente compactada la base para que no se hagan hoyos cuando pisen los animales. En cambio, para el toreo a caballo se busca un piso menos duro para evitar que la cabalgadura resbale. Por ello, hay plazas como en la de Sevilla o Pamplona que en los festejos de rejones se añade un plus de albero o arena mullida para fijar la pisada del caballo, o en otros cosos se ara con una mayor profundidad con el fin de remover más tierra. La inspección del ruedo previa al festejo por parte de los rejoneadores es fundamental, ya que dependiendo de su estado las herraduras de los caballos llevarán unos ramplones u otros, es decir, una especie de tacos de mayor o menor grosor. «Sí el piso es muy duro, se utilizan ramplones chiquititos y puntiagudos, en cambio, si el ruedo es más arenoso, se fijan ramplones más grandes», apunta Hernández.

Juan José Urdiales es el ayuda del torero riojano Diego Urdiales. Entre sus funciones se encuentra también la de conocer a la perfección el estado del ruedo en el que su matador va a torear. «Cuando llego a la plaza lo primero que hago es asomarme por el burladero y pisar el ruedo para conocer el estado en el que se encuentra y poder darle al matador los tratos más apropiados, ya que dependiendo de si está húmedo o seco el piso utilizará unos u otros, ya que cuando el capote y la muleta absorben agua los vuelos no son los mismos», apunta Urdiales, que asegura que «es complicado» preparar un ruedo. «Incluso Bilbao y Santander, que utilizan el mismo material, no presentan el mismo patrón. La arena de Santander es más barro por la humedad del clima, en cambio la arena de Bilbao se encuentra más suelta», añade. Por lo tanto la climatología y la ubicación de la plaza son también aspectos que han de tenerse en cuenta a la hora de preparar el ruedo.

Junto a estos dos tipos de materiales, el albero sevillano que se utiliza además en otras muchas plazas como Valencia, San Sebastián, Málaga o Zaragoza, y la arena negrizca del norte, hay otros cosos cuyos ruedos presentan otros aspectos. Es el caso de Madrid o Pamplona, plazas ubicadas principalmente en el centro de la península. Sus ruedos se cubren con materiales más arenosos. Por ejemplo, la arena que cubre el ruedo pamplonés durante los sanfermines es extraída de unas canteras situadas en Miranda de Ebro, en la provincia de Burgos, cuenta Mariano Pascal, encargado del área de Participación y Relaciones Externas de la Casa de Misericordia, propietaria del coso navarro. «Es una arena que se cambia cada año. Un mes antes de que comience la Feria del Toro se extrae del ruedo y en el patio de caballos comienza a tamizarse, y una semana antes se vuelve a colocar», relata. En cuanto a la plaza de Las Ventas cuenta Urdiales que está formada principalmente por pequeñas piedras mezcladas con arena. Una combinación de materiales que hacen que el agua de la lluvia drene rápidamente. «En Madrid suele resbalar más el piso cuando está seco que cuando tiene algo de agua», apunta el rejoneador Leonardo Hernández. Esto se produce, según Juan José Urdiales, porque «al tener la mezcla más ‘piedrita’ que arena, al secarse esta piedra se queda en la parte superior y resbala más. En cambio, cuando se humedece se adhiere a la tierra y queda más compactada».

La lluvia es uno de los mayores problemas a la hora de celebrar un festejo taurino, y no porque los espectadores se mojan en los tendidos cuando la plaza no es cubierta, sino por el estado que presenta el ruedo cuando este entra en contracto con el agua. «El albero es muy bonito, pero cuando llueve es muy jodido», afirma Rubén Pinar, justificando que «se estropea enseguida porque se pone muy resbaladizo». Leonardo también ratifica esta afirmación, añadiendo también las plazas de Bilbao y Santander como otras de las difíciles cuando llueve: «al ser plazas en las que el piso se compacta mucho, esa dureza se convierte en ocasiones en cemento y cuando llueve se crea un barrizal que resbala muchísimo». Madrid, en cambio, a pesar de ser una plaza con un suelo compactado, está preparada para que el agua filtre y evitar de este modo las suspensiones. Aún se recuerda la imagen de Toñete toreando bajo el diluvio universal en Madrid en pleno San Isidro del año pasado.

Para que el piso del ruedo esté en perfecto estado, la preparación del mismo los días previos es fundamental, apunta el ayuda del matador de toros Diego Urdiales. El piso debe presentarse de forma compacta, uniforme, lisa y sin tolmos que puedan desequilibrar y provocar un tropiezo tanto del toro como del torero. Para ello un conjunto de operarios trabaja antes y después del festejo sobre la arena. «Es preferible regar el ruedo durante la semana previa que el mismo día del festejo. Si riegas con tiempo, el albero o la arena se va asentando, en cambio, si riegas el mismo día lo que se produce es una capa húmeda en la parte superior sobre una capa inferior poco asentada, por lo que puede resbalar». Leonardo Hernández también asegura que es «complicado» preparar el ruedo de manera idónea, y que muchas veces intentan formar parte de la preparación, aunque otras muchas les impiden estar presentes. Los areneros tienen la difícil tarea de mantener el ruedo en perfecto estado incluso durante el festejo, ellos son los responsables de eliminar las desigualdades en el piso una vez que el espada mata al toro y se preparan para el siguiente. Para ello, disponen de una reserva de albero o arena para utilizar en caso de necesidad. Es tal la importancia de su presencia que incluso en muchas plazas realizan el paseíllo junto a los espadas y el resto de la cuadrilla.

Sin duda la tauromaquia es un espectáculo cuidado al detalle, en el que el todo está en juego y por lo que todo requiere una precisión exacta. El ruedo está listo, bien arado y firme, ahora solo falta que surja la magia, aquella que aflora cuando hay entrega, cuando toro y torero se fusionan para crear arte, un misterio único que retuerce el estómago con emociones vibrantes.