Opinión

Aviones a la caza de huracanes

Por primera vez en la historia una tripulación solo de mujeres se ha adentrado en el ojo de un huracán para estudiarlo de cerca. Este tipo de misiones de investigación son habituales y se centran en calcular el comportamiento de las tormentas y sus posibles consecuencias antes de llegar a tierra

Acomodarse en el asiento de un avión, mirar por la ventanilla y esperar el despegue no siempre es algo placentero y relajado. Según los últimos estudios, entre el 10% y el 40% de la población adulta tiene miedo a volar y puede que usted sea uno de ellos. Así que escuchar cómo se ponen en marcha los motores y el avión se dirige a la pista de despegue puede provocar rezos atropellados o un agarre excesivo al brazo del asiento. Llegados a este punto poco más se puede hacer, excepto pedir el último deseo: que allí arriba no se produzcan las temidas turbulencias.

Si unos simples botes pueden hacerle temblar, ¿cómo se sentiría si supiera que el destino de su vuelo es un huracán? Pues ese era el objetivo exacto de uno de los aviones P3-Orion de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, que despegó del aeropuerto internacional de Lakeland a finales de agosto y con una tripulación femenina a bordo, por primera vez en la historia de este tipo de misiones. La capitana Kristie Twining, la comandante Rebecca Waddington y la Teniente. Lindsey Norman tenían la meta de estudiar el huracán Dorian antes de que tocara tierra. "Si bien estamos muy orgullosas de haber hecho historia al ser la primera tripulación de un vuelo así exclusivamente femenina, nos sentimos más orgullosas de la misión que estamos haciendo y de la seguridad que estamos brindando a las personas", aseguró la comandante Rebecca Waddington.

Para conseguir explorarlo, el avión llega al ojo del huracán y en su viaje soporta “vientos aulladores, lluvia cegadora y corrientes violentas ascendentes y descendentes de aire antes de entrar en la relativa calma del ojo de la tormenta”, según la NOAA. No todos los pilotos pueden realizar este vuelo, sólo aquellos entrenados y altamente capacitados para dirigir un avión en unas condiciones climáticas adversas que mantendrían a cualquier otra aeronave en tierra. Y en esta ocasión, el piloto es una mujer. “Desafortunadamente, las mujeres siguen siendo una minoría en la aviación, los servicios uniformados y la mayoría de los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas", explica la comandante Rebecca Waddington. "A menudo me preguntan si soy la fotógrafa o científica en el avión y la gente se sorprende cuando les digo que soy la piloto. Creo que, naturalmente, las mujeres tienen un estilo de liderazgo y pensamiento diferentes al de sus compañeros varones y eso aporta perspectivas diferentes a las tareas cotidianas”, asegura. “Es único porque la gente siempre me reconoce como un aviador 'femenino', no solo como un aviador. Inmediatamente llega a una conclusión sobre mí diferente a la que tendrían con un piloto masculino. Espero romper las barreras para otras mujeres interesadas en una carrera en aviación”, reflexiona la capitana Kristie Twining.

Investigando los huracanes

Adentrarse en un huracán a bordo de un avión parece una idea de locos, pero estas expediciones que tienen una duración de más de siete horas ayudan a conocer cómo será la evolución de estos fenómenos meteorológicos y a saber más sobre ellos.

El modelo P-3 Orion es uno de los aviones que se utiliza para el reconocimiento de huracanes. Los científicos a bordo despliegan sondas de viento mientras vuela a través del huracán. Estos instrumentos transmiten continuamente mediciones de presión, humedad, temperatura, dirección y velocidad del viento a medida que caen hacia el mar, proporcionando una visión detallada de la estructura de la tormenta y su intensidad.

Además, el P-3 Orion tiene un “radar Doppler de cola y un sistema de fuselaje inferior que escanean la tormenta vertical y horizontalmente proporcionando una visión de esta en tiempo real”, según la NOAA. Los P-3 Orion constituyen verdaderas estaciones atmosféricas que miden y evalúan cómo se va a desarrollar el huracán y así, además de ahondar en el estudio de cómo se forma y cuáles son sus peculiaridades por parte de los científicos, los meteorólogos pueden predecir cuál será su intensidad una vez toque tierra.

El P-3 también cuenta con otro tipo de sondas llamadas “batitermógrafos” que miden la temperatura del mar, así como con medidores de microondas para saber la velocidad del viento que sopla en una determinada parte del océano y la intensidad de la lluvia en los huracanes y las tormentas tropicales, que son indicadores muy valiosos.

Para complementar las mediciones realizadas por el P-3 Orion, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica utiliza otro avión, el GIV Jet que vuela alrededor de los huracanes y detalla el sistema climático en la atmósfera que los rodea.

Los aviones de la NOAA han participado en numerosas misiones para estudiar fenómenos meteorológicos y oceanográficos, tanto en Europa como en Norteamérica, como los gases atmosféricos y los aerosoles y tormentas de invierno. La capitana Twining recuerda dos huracanes que sobrevoló que la impactaron mucho. “El huracán María e Irma fueron los más poderosos y más emotivos. Mientras estábamos volando estas tormentas, sabíamos que se dirigían a nuestros hogares, nuestras familias y nuestros conciudadanos. Esto creó una sensación de ominoso silencio en el avión mientras sobrevolamos el Caribe y Puerto Rico sabiendo que el impacto en estas comunidades indefensas era inminente", apunta. "Me sentí orgullosa de poder proporcionar los datos que ayudaron a mantener a las personas seguras, pero también lamenté que tuvieran que pasar por tantas dificultades”, confiesa para finalizar.

El huracán Dorian

Los aviones de la NOAA pudieron calcular que el huracán crecería hasta llegar a tener una intensidad de categoría 4 gracias a todos los datos recabados mientras todavía se encontraba en el atlántico. Hasta el momento, se trata del ciclón tropical más fuerte registrado en 2019. Tocó tierra el domingo 1 de septiembre en las islas Ábaco y pasó a ensañarse el lunes y el martes con Gran Bahama, dejando una terrible devastación con cientos de casas destrozadas, infraestructuras inservibles y al menos 50 personas muertas, aunque la cifra podría aumentar. El huracán se dirigió después a la costa de los Estados Unidos. En Carolina del Norte alcanzó vientos de 144 kilómetros por hora y más tarde perdió intensidad al llegar a Nueva Escocia, Canadá y convertirse después en la tormenta tropical Gabrielle.