
Y volvieron cantando
Nucleares, «privados» y «cibermalos»
Uno de los tres grandes hilos argumentales del diagnóstico de Sánchez sobre esta crisis pasa por no descartar (y ahí están las anunciadas investigaciones oficiales) entre otras múltiples causas, la de un posible ataque o sabotaje de características cibernéticas o similares.
Dentro de seis días el presidente del Gobierno comparecerá en nuestro parlamento para someter al escrutinio de sus escamados socios y de la oposición ese plan de inversiones en «tecnología defensiva» más conocido como aumento del gasto militar ya saben, esos diez mil millones de euros que, de acuerdo con la comparecencia pública de Sánchez hace unos días crearán miles de empleos invirtiendo en nuevos medios (nada de tanques o balas israelíes) para combatir la amenaza de los ciberataques y el uso indebido de «ordenadores cuánticos» que parecen adelantar su operatividad 20 años antes de lo previsto según las osadas palabras del propio presidente ante la perplejidad de los IBM o Google, pioneros que caminan aun a gatas en este terreno. Sánchez, que saber darle la vuelta como nadie a todo tipo de crisis para convertirla oportunidad ya ha dejado claro que lo ocurrido en el día del «gran apagón» ibérico en primera pagina de toda la prensa mundial va a formar parte destacada de su intervención el en congreso el próximo miércoles-7, lo que nos ratifica en que llegaremos a ese día sin conocer vía versión gubernamental las causas reales de lo ocurrido este fatídico 28 de abril, entre otras cosas porque uno de los tres grandes hilos argumentales del diagnóstico de Sánchez sobre esta crisis pasa por no descartar (y ahí están las anunciadas investigaciones oficiales) entre otras múltiples causas, la de un posible ataque o sabotaje de características cibernéticas o similares, todo un argumento para abundar en la necesidad de prevenirnos vía aumento de las inversiones en nuevas tecnologías, esas a las que esta prohibido en el lenguaje monclovita llamar «gasto militar».
Si la sustancia de esa comparecencia como todo apunta discurre por ahí, está por ver quien es el socio o no socio de legislatura que osa oponerse a un gasto que resultaría lógico en términos de interés geoestratégico nacional, aunque se brinde como un trampantojo sin la garantía mínima de unos presupuestos del estado que ni están ni se les espera. La crisis del «apagón» ya ha sido volteada torticeramente desde la «fábrica de ocurrencias» para dar la puntilla a las nucleares –remando a la contra de toda Europa– y para tachar de privado (que eso siempre vende entre la feligresía mas cafetera) a lo publico que parece haber fallado estrepitosamente. Los grifos de la información y la desinformación están en Moncloa.
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