Opinión

Depende de Cataluña

Puede que exagere un poco Joan Maragall, origen de todos los «maragalls» que le han sucedido en un proceso decadente, cuando dice que dentro de cada catalán hay un anarquista, pero, a la vista de lo que está sucediendo allí en estos últimos tiempos, seguramente lleva más razón que un santo el admirable poeta de la oda a España. En el alma catalana anida de forma desaforada e irreflexiva la palabra libertad. Es la voz más exhibida estos días en los carteles de la protesta que campean en las calles de Barcelona y en las puertas de la Universidad. Los catalanes siguen esperando, es un pueblo que espera contra toda esperanza. De ahí, el actual crujido, la fuerte frustración. Se aferran a la identidad como a la tabla de salvación. Sus políticos dominantes, que inventan y se reúnen en asambleas monocolores y descarriladas y que han perdido el prestigio a chorros, aún no se han enterado de que ya son libres, todo lo libres que pueden llegar a ser ellos mismos y como pueblo dentro de España y de Europa. Los presos son la muestra patente del desvarío. Persiguen por caminos equivocados la quimera de la independencia. Un sueño imposible que está generando monstruos, divisiones y padecimientos.

Tan serio es el asunto que la crisis catalana se ha convertido en la cuestión central de la campaña electoral. Lo está contagiando todo. El desarrollo de las protestas identitarias y anarquistas de aquí al día 10 puede tener una influencia decisiva en la orientación final del voto de los españoles. Esta vez Cataluña es capaz de romper todas las previsiones. Hay dos fechas marcadas en rojo: la visita de la familia real a Barcelona y la jornada de reflexión. También el debate en televisión. Por de pronto, el candidato socialista y presidente en funciones se ha visto obligado por presión del PSC de Iceta, que se encuentra cómodo en la equidistancia, a retomar lo del federalismo y, si es preciso, cuando se conozcan los resultados, volverá a lo de la España plurinacional. Ahora toca aparentar firmeza porque a la fuerza ahorcan, para no perder votos en el resto de España. Después ya veremos. Dependerá de las necesidades de la investidura. Estos titubeos en la pieza central de la campaña junto con el riesgo de que las protestas violentas desborden estos días al Gobierno en funciones son las principales amenazas a los augurios favorables de las encuestas. No es descartable que la Cataluña anarquista de Maragall sea la tumba del socialismo español de Sánchez.