Opinión
Mafia catalana
El capo mayor de la Mafia catalana recoge cada día el periódico como Tony Soprano sin miedo a que una banda enemiga le ajuste las cuentas. Ya está tan por encima del bien y del mal que apenas ha importado que los más de 800.000 euros que defraudó a Hacienda se queden en el limbo con el delito prescrito. Una parte de la burguesía convergente corrupta se refugia en el independentismo para que entre las llamas nadie se vea obligado a poner la mano en el fuego. La costumbre de defender a delincuentes por el hecho de ser catalanes. También son impunes para esto. Los dientes racistas han rasgado las redes perdonando las mordidas pero no que un catalán se sienta también español. “Botifler” es hasta Rufián por mencionar la pasta sisada por la dinastía que impuso su reinado y colocó la guillotina en la plaza para que se entretuvieran sus súbditos. La monarquía añorada. Marta Ferrusola, qué collons, como Lady Macbeth, reina de la mueva Escocia, sin los remordimientos de Shakespeare, tanto veneno corre por su silueta de serpiente. El dinero sigue caliente pero el mal, según los plazos de Hacienda, ya es un bocadillo frío. Esta revolución de los ricos puede estar tranquila. El fanatismo ha llegado al punto de que se perdona robar si se registran ocho apellidos catalanes. Los malhechores vienen de fuera. Rateros de poca monta, carteristas, pobres diablos que no sienten la llamada del dinero estelado. Es el momento de robar. A España o al que se ponga por delante. Cuentas corrientes soberanas.
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