Opinión

Verdades peligrosas

Los asombrosos adelantos tecnológicos en el campo de las comunicaciones personales han generado un panorama actual en el que cualquier ciudadano puede convertirse en un reportero improvisado. Lo hemos visto en la explosión de la petroquímica tarraconense y en el caso del misil de Irán. La verdad factual se beneficia de esa facilidad de captación de los hechos. Ahora bien, ya sabrán que el hombre que registró con su teléfono móvil la imagen del misil impactando en el avión ucraniano ha sido detenido de forma preventiva por las autoridades iraníes, porque les resulta raro que justo estuviera grabando unas luces que volaban por el aire sin saber lo qué eran. Es decir, tenemos más facilidades que nunca para captar y difundir la realidad, pero al hacerlo nos ponemos en peligro ante los gobernantes sin escrúpulos.
Eso es precisamente lo que le ha sucedido al funcionario de prisiones a quién se le ocurrió informar de los privilegios que tenían en su cárcel catalana los reclusos condenados por sedición y malversación. Él simplemente lo que ha hecho es notificar algo que se salía de la norma y el gobierno regional, en lugar de defender la norma, lo que ha hecho es sancionar al funcionario por dar fe de esa verdad. La sanción no es ninguna broma, porque le perjudica en escalafón, carrera profesional y sueldo. Mientras el gobierno regional carga de esa manera contra la gente modesta, uno de sus miembros, Rafael Ribó, sigue escapando a las investigaciones de la oficina antifraude gracias a la ayuda de Torrent, presidente del parlamento regional, para no dar explicaciones de por qué fue invitado a la final de la Champions de 2010 por un empresario vinculado al tres por cien. Al funcionario de prisiones estoy seguro de que le hubiera gustado mucho asistir también a una final como esa. Esta es la idea del defensor del pueblo que se tiene en Cataluña. Es un error tremendo porque los catalanistas quieren quejarse de represión, pero luego la única represión que se visualiza verdaderamente es esta. Con esas actitudes, no nos van a convencer precisamente a los catalanes de que la Cataluña separatista no será como Irán. Al fin y al cabo, de ayatolás y barbudos vamos sobrados.