Opinión

Irreal

Los separatistas aseguran querer diálogo, pero a la mínima intentan mostrarse faltones e incomodar a todo lo que represente un símbolo de los que no piensan como ellos. Al final, en tales desplantes, acaban de la mano supuestos izquierdistas regionales con ultras del nacionalismo. Un espectáculo un poco de sainete que a ellos les parece puerilmente heroico. Aseguran estar atornillados, según dicen, a la mesa de diálogo, pero lo cierto es que, al final, siempre les falta un tornillo. En última instancia, todas estas declaraciones tartarinescas de pechera inflada resultan más irreales que antirreales. Están destinadas al postureo de mercado interno regional donde Puigdemont y Junqueras compiten por un puñado de votos de carlistones rurales. Siendo así, no parece la mejor manera de buscar consensos el ponerse a despreciar la monarquía parlamentaria que para casi todos los españoles y muchísimos catalanes es la expresión de la democracia representativa que guarda la Constitución. La quieren atacar como intentando convencer a alguien de que luchan contra un rey medieval cuando la realidad es totalmente distinta. Al igual que en Bélgica, Inglaterra, Holanda, Suecia y Dinamarca, muchos ciudadanos ven el sistema de la monarquía parlamentaria como el garante democrático que les protege contra los delirios de políticos totalitarios. Y delirios de ese tipo hemos tenido unos cuantos por aquí últimamente. Lo que queremos todos en realidad es democracia representativa, libre y de calidad y no democracia orgánica de referéndums. Son innecesarios por tanto esos aspavientos y esos comunicados vacuos y efectistas. ¿A quién quieren convencer y de qué? ¿Qué aspiran a demostrar? No hace falta que nos lo digan. El resto de sus conciudadanos hace tiempo que sabemos perfectamente que los separatistas no se llevan bien con lo real. En todos los sentidos.