Opinión

La herida infectada

Las heridas que se cierran en falso se infectan y duelen. Luego cuesta más curarlas. Pueden acarrear serias complicaciones. Es lo que está pasando con la improcedente visita de la proscrita Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, a Madrid, sus contactos nocturnos con el ministro Ábalos, su carro de maletas misteriosas y las contradictorias explicaciones dadas por el Gobierno. Esta herida, que afecta de lleno a la nueva política nacional, apesta por más que se intente cubrirla de silencio para ignorarla. Algo parecido pasa con la increíble «visita de cortesía» a las 8 de la mañana de la encargada de negocios de España en Bolivia, acompañada de «geos», a la Embajada mexicana donde encuentran refugio ministros del desterrado Evo Morales. Ante la falta de explicaciones convincentes de uno y otro episodio oscuro, es imposible no pensar que hay gato encerrado y lo menos que puede pedirse es un poco de transparencia. O sea, desinfección.
Tanto uno como otro suceso alimentan la idea de que la entrada de Podemos en el Gobierno tiene que ver con lo que ha pasado. Se trata, según esta versión, de empujar paso a paso la política exterior de España, sobre todo en Iberoamérica, hacia la complacencia con los regímenes más próximos a la ideología populista de este partido de ultraizquierda, socio del presidente Sánchez. Cuando no, como algunos sospechan, de aplicar gradualmente esos mismos métodos políticos en nuestro país. Eso incluiría, en opinión de los críticos más radicales, la gradual liquidación del modelo constitucional actual, para, entre otras cosas, acomodar a Cataluña y demás nacionalidades en una nueva confederación o nación de naciones. La deriva de Pedro Sánchez y su mesa de diálogo con los secesionistas catalanes fuera del Parlamento, sede de la soberanía nacional, da inevitablemente pie a estas graves sospechas.
No es extraño que, en estas circunstancias, haya generado sorpresa e intranquilidad en el Ejército, los Cuerpos de Seguridad, el CNI, etcétera, la incorporación de Pablo Iglesias a la Comisión Delegada para Asuntos de Inteligencia, el «sancta sanctorum» de los secretos oficiales. Dicen todos que es como meter la zorra en el gallinero. Desde luego esto demuestra que a Pedro Sánchez ya no le quita el sueño Iglesias tomando nota de los secretos de Estado. Es una firme demostración de confianza en su socio de ocasión. Demuestra mucha mayor confianza en el podemita que la confianza que tendrán a partir de ahora en España los servicios secretos de Estados Unidos y de la OTAN, sin olvidar a los Gobiernos europeos. La herida está infectada y algo huele mal en La Moncloa.