Opinión
El "catalanovirus"
El virus nacionalista de Cataluña es más peligroso para España que el «coronavirus», que tiene estos días al personal con el alma en vilo. Su contagio ha llegado hasta el palacio de La Moncloa y amenaza con afectar de lleno al cuerpo constitucional. Por lo pronto, hay síntomas inquietantes. El Gobierno, tras el primer encuentro con los del lazo amarillo, no se atreve a mencionar siquiera el marco de la Constitución como el campo de juego obligado de estas singulares conversaciones políticas en busca de un hipotético reencuentro entre Cataluña y España. Eso dicen, como si Cataluña hubiera dejado alguna vez de ser España, que es el sueño de Puigdemont y Junqueras. He ahí el contagio. Habla tímidamente de «seguridad jurídica». Parece que mencionar el marco constitucional está prohibido, si se quiere mantener el buen rollo entre las dos delegaciones, más bien disparatadas y, desde luego, extraparlamentarias. Por ahí se empieza. Primero se avergüenza uno de la Constitución y luego se la carga, paso a paso.
Añádase el cuidadoso protocolo establecido, con un excéntrico y ridículo ceremonial, dando la imagen de una reunión oficial entre iguales. O sea, una concesión difícil de tragar por las otras comunidades autónomas, que exigen un trato parecido. Según los partidos de la oposición, una intolerable humillación del Estado. En la mesa se ha sentado lo más florido del Gobierno, con el presidente a la cabeza, y lo más selecto del mundo separatista catalán encabezado por el activista presidente inhabilitado de la Generalidad, Joaquim Torra. La desproporción es manifiesta: el Gobierno de la nación negocia, si no es todo un paripé para sacar adelante los Presupuestos, con una representación más o menos arbitraria y variable de la Cataluña nacionalista y reaccionaria, ignorando a la otra mitad: a la Cataluña constitucional y silenciada. Pero a la vista de su heterogénea composición no alcanza siquiera a ser una mesa intergubernamental.
Para la mayor parte de los observadores, lo que se ventila en esta singular mesa es, en efecto, de una parte la continuidad de Pedro Sánchez en La Moncloa con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado –ayer se dio el primer paso con la aprobación en el Congreso del techo de gasto gracias a ERC–, y de otra, la lucha despiadada por la hegemonía entre las fuerzas separatistas en Cataluña de cara a las próximas elecciones. Lo demás es envoltorio y despropósito. El «catalanovirus» seguirá campando por sus respetos, puede que extendiéndose, lo mismo que el «coronavirus», con la complacencia del Gobierno, y seguirá infectando toda la vida nacional.
✕
Accede a tu cuenta para comentar