Opinión

Perro flaco

Aperro flaco, todo son pulgas. El perro flaco es, claro, el presidente Pedro Sánchez. Como si fuera poco el ridículo de anteayer con la parodia de mesa Acacias 38, ahora va a la cárcel de Lledoners y le pone en la calle también a Oriol Junqueras. Pedro traga saliva, aprieta la mandíbula de su bruxomanía (no se pierdan la foto de como miraba a Torra sentados en la mesa) y jura y perjura que todo esto estaba calculado. Los socialistas, para justificarse, vociferan que esto sucede porque en este país llevábamos una década sin diálogo. Pero eso no se lo cree nadie. Anda que no se ha dialogado: El ex president catalán, Artur Mas venía a Madrid, se intercambiaban temarios, se dialogaba entre todo el mundo, Partido Nacionalista Vasco incluido, y si no que se lo pregunten a Marta Rovira cuando la negó San Pedro. Se dialogó incluso hasta la víspera del referéndum ilegal del 1-O porque, si no, de qué barajaba el ex president Carles Puigdemont la opción de convocar elecciones antes de que ERC le sometiera a chantaje como reconoció Jordi Sánchez. El diálogo ha sido variopinto y a todas bandas, pero si nos ha llevado a este punto de bucle es porque los separatistas lo confundieron con chantaje. Una buena muestra es el propio Junqueras, encerrado en su cerrilidad de desear repetir su delito. Si lo repite volverá a ser encarcelado y así nos hallaremos en un eterno bucle hasta que ingrese en el geriátrico político. El primer paso para un posible acercamiento sería que reconociera errores. Pero no lo hace y, mientras, se hace evidente que el único cambio notable de la última década no fue que faltara diálogo, sino que se probó a ver qué pasaba si eliminábamos las concesiones a los nacionalistas. Acostumbrados a la impunidad, entraron en síndrome de abstinencia y cortocircuitaron sin saber como comportarse entre ellos. Competían a ver quién prometía la balandronada más gorda e impracticable. Su torpeza y desconcierto los llevó hasta el talego o hasta la huida deshonrosa. El resto de los catalanes (más de la mitad, no se crean esas encuestas pseudomágicas de supuestos ochentas por cien), como conocíamos su poquita cabeza, ya les habíamos avisado. Ahora la chiquillería vuelve a casa; a su cunita, su peluche y su biberón. Nos alegramos de ello, pero todos sabemos que esa salida anticipada no significa otra cosa que el retorno a la época de las concesiones, la primera de las cuales fue el gesto del Tribunal Supremo al desatender las demandas de la fiscalía sobre beneficios penitenciarios. Unos conceden por magnanimidad y otros por necesidad. El perro flaco disimulará todo lo que pueda, pero todos sabemos que lo tienen cogido por los presupuestos y Esquerra Republicana ya ha empezado a apretarlos y retorcerlos.