Opinión
Las rebajas de Montero a los violadores
La Ley de Libertades Sexuales que ultima el Ministerio que dirige Irene Montero puenteando de mala manera al ministro de Justicia no es tan mala como sostienen algunos, pero contiene muchos más aspectos negativos que positivos. Es lo que sucede cuando la cerebro de una norma es una indocumentada jurídica y una sectaria de manual. Hecho este inciso, es menester elogiar la inclusión como agravante de las agresiones sexuales colectivas. No es de recibo que una actuación grupal se considere una sola violación, entre otras razones, porque todos los implicados son «cooperadores necesarios», tal y como acertadamente señaló el Supremo en su sentencia sobre La Manada.
Es obvio que si varios hombres participan y coadyuvan a una violación no pueden irse de rositas, o casi, aunque no ejecuten personalmente la penetración. Y al hilo del otro ataque sexual de esta gentuza, perpetrado en Pozoblanco sobre una chica a la que habían suministrado burundanga, se va a considerar también agravante la anulación de la voluntad mediante drogas. Otro acierto. Lo que resulta realmente preocupante, porque deja en una situación de indefensión al hombre, es la teoría del «sólo sí es sí». Algo tan plausible en lo teórico como difícil de implementar en el apartado probatorio. Es tanto como abrir la puerta a que una mujer se vengue de un hombre pese a que la relación fuera consentida. Varias preguntas surgen a bote pronto: ¿cómo demuestra el hombre que sí hubo consentimiento «libre y revocable» como prescribe la norma? ¿en ausencia de violencia, cómo se certifica que ella no dijo «sí» o que en medio del acto se arrepintió? ¿será la palabra de uno contra el otro o prevalecerá siempre la versión de una parte? Porque, en contra de lo que sostiene el feminazismo (que nada tiene que ver con el sanísimo feminismo), no todos los hombres son maltratadores o violadores. Pero aún hay algo más grave en esta Ley, que no sé qué sentido tiene –salvo el lucimiento de Montero– si de lo que se trata es de reformar el Código Penal y cuanto antes. El gran disparate es que los agresores sexuales estarán encantados porque contempla penas más bajas en todos los tipos. La mínima, por ejemplo, será de uno a cuatro años frente a los entre uno y cinco de la actualidad. Y las más severas se reducirán en dos. Y yo que pensaba que para combatir a estos malnacidos hacía falta más mano dura…
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