Opinión

El progresista accidental

Cuando la población escuchamos, al principio de esta legislatura, que el nuevo gobierno se jactaba de ser «progresista» ya sospechamos que en realidad se refería a «procesista» y que lo que pasaba es que el musical acento sureño de Carmen Calvo enmascaraba la definición y confundía su variopinto mundo interior ideológico. «Procesismo» y progresismo son imposibles de compatibilizar porque el nacionalismo nunca ha sido sinónimo de progreso. Esquerra Republicana son los únicos que juran que pueden compatibilizarlo, pero en Cataluña todos sabemos (porque lo vemos cada día) que ERC es un partido beato y de derechas, cuyos miembros, por una curiosa mala conciencia filosófica, gustan de autoengañarse a sí mismos vistiéndose de hipsters y asegurando que son igualitaristas. Algo solo funcional para migrantes acomplejados.

Yo estoy decididamente a favor del progreso general. Con lo que estoy enfrentado cordialmente es con esa idea tan farisea de progreso que se asume hoy en día como tal. La idea que nos venden los supuestos progresistas actuales es un enfoque meramente técnico, económico y cuantitativo. Piensan que la globalización nos hace progresar si trae quinientos millones más para el Mobile World Congress. Pero la globalización expande con velocidad tanto los mercados como los atrasos, tanto los conocimientos como las supersticiones. Debido a ello, las psicosis colectivas provocadas por la globalización son más grandes que nunca. Es tan psicosis el coronavirus como la importancia psicótica del Mobile.

La globalización será progreso el día que pueda demostrarme de una manera fehaciente que provoca en los adolescentes un incremento de la lectura de los sonetos de Shakespeare. Mientras tanto, no me hagan perder el tiempo con rimbombantes autodefiniciones progresistas y tonterías por el estilo. Por supuesto, admito que muchos no lo vean así y los respeto, pero que sepan claramente que yo apuesto por lo cualitativo y me dejen en paz. ¿Alguien me puede dar la cifra del avance o retroceso de los sonetos de Shakespeare en nuestros adolescentes? A que no, ¿verdad? No se han molestado ni en contabilizarlo. Entonces, ¿de qué preocupación por el progreso estamos hablando?