Opinión

El futuro de la comedia

Ha vuelto por fin Irene Montero, después de estar desaparecida por la fiebre y el coronavirus. Ya la estábamos echando de menos. En estos momentos trágicos, sus chistes y ocurrencias son muy de agradecer para distraernos de la gravedad de la situación durante el confinamiento. Finalmente, ha resultado ser una gran idea del gobierno en ese sentido crearle a medida el Ministerio de la Risa. Ahora que lamentablemente se retiran grandes como los del Tricicle, es consolador para las generaciones mayores comprobar que el futuro cómico del país está por suerte asegurado.

En su primera intervención ha venido a decir poco menos que los efectos del coronavirus son de extrema derecha. Qué grande. Es una afirmación llamativa. Llamativa no en el sentido de alzar las cejas perplejo, sino en el de sacar fotos, levantar acta, congregar a los mirones que ríen y tomar apuntes. Si ella no puede entender que la población esté enfadada porque promoviera una reunión multitudinaria cuando lo necesario era un aislamiento general que podía evitar muchas víctimas, lo mínimo que se puede decir es que le esperan muchos días de misantropía y de sentirse incomprendida. Lo mismo sucede con su pareja cuando se salta la cuarentena en el mismo momento en que el resto de los españoles estamos lidiando como un solo hombre con los inconvenientes de un aislamiento responsable. Que interpreten ese estado de ánimo general como una persecución hacia ellos es como si yo entendiera como un insulto deliberado a mi persona que el resto de la humanidad no considerara un grupo genial a los Rolling Stones. Si me dan a elegir entre La Pegatina y los Stones, como ustedes comprenderán, no hay color; pero entiendo que entre lo que a mí me complacería que sucediera para justificar mis gustos y la realidad hay una diferencia. No puedo aspirar a imponer a los demás una versión de la realidad que corresponda con mis manías y negar los hechos.

Una realidad clara que está dejando enmarcada esta crisis epidemiológica es la de que, cuando nos explican lo que está pasando y lo que se puede hacer, da tranquilidad escuchar cómo hablan los científicos, pero da mucho miedo escuchar cómo lo hacen los políticos.