Opinión

Son los datos, estúpido

Las cifras, los números, los datos, llámenle ustedes como quieran, son incuestionables, incontrovertibles y no menos infalibles. Claro que en este país de sectarios, en estas malditas dos Españas –gracias, Zapatero– cualquiera puede osar ponerlos en tela de juicio por el mero hecho de no tener que dar la razón al adversario. A Sánchez se le puede criticar por mil y una actuaciones en esta crisis del coronavirus: que le engañaron como a un chino con los tests, que forzó la máquina de manera cuasicriminosa para llegar al 8-M o que hizo oídos sordos a quienes le instaron a tomar medidas ya en enero. Pero todos estos incidentes albergan matices. Las que carecen de ellos son las insobornables estadísticas que subrayan, para empezar, que somos el segundo país en número de muertos en términos absolutos pese a que tan sólo representamos el 0,6% de la población mundial. Un total de 12.418 víctimas mortales frente a las 15.887 de Italia. Otro que es incontestable es el de contagiados, donde volvemos a ser los segundos (130.759) tras unos Estados Unidos (312.237) con siete veces más habitantes. En términos relativos, la España de Sánchez encabeza la lista negra, tanto en decesos como en infectados. Ocupamos la primera posición en el primer apartado con 266 fallecidos por cada millón de habitantes y hacemos lo propio en enfermos, con 2.782 por millón. Un auténtico desastre que está provocando que nos tomen por el pito del sereno el resto de los países occidentales, que los grandes inversores internacionales estén bajándonos los ratings de solvencia y que el efecto Primavera Árabe que hundió el turismo de los estados norteafricanos a principios de esta década empiece a ser una realidad en España pero en forma de virus. ¿Quién querrá venir a un país que, por muy bonito que sea, acumula más muertes porcentualmente hablando que nadie? Todas las comparaciones son odiosas pero algunas resultan escandalosas. Verbigracia, la que podemos establecer entre Corea del Sur y España. Con casi la misma población (50 millones frente a nuestros 46), ellos suman únicamente 178 óbitos. La diferencia reside en que allí disfrutan de un Gobierno responsable y preparado que hincó el diente al problema tres semanas antes con test masivos y aquí padecemos uno irresponsable e inepto. Pues eso, señores de la oposición, que parafraseando al mítico asesor de Clinton sólo cabe concluir con una frase: «Son los datos, estúpidos». Ésa y no otra es la cuestión.