Opinión

¿Unos pactos para consolidar a Sánchez en La Moncloa?

Que la oposición está atontada salta a la vista. Entre el estado de alarma de Sánchez, que se antoja más un estado de excepción que otra cosa, y la ocupación monolítica del presidente, ministros y toda suerte de directores generales de los telediarios, cualquiera diría que PP, Vox y Ciudadanos pasaron a mejor vida o que se ha instaurado en España un régimen autocrático modelo Erdogan o versión Putin. Las cosas están tomando tal cariz que ya no descarto nada, incluso que intenten ampliar sine die la restricción de derechos fundamentales cuando las cosas se normalicen. Las palabras del comunista Iglesias manipulando el artículo 128 de la Constitución permiten atisbar por dónde pueden ir los tiros si le damos un metro de espacio a este Gobierno dominado por asalariados del narcoterrorista Maduro. Sabiendo como saben que la ciudadanía no les perdonará su punible gestión del coronavirus, no sería de extrañar que intenten retener la poltrona con malas artes, por ejemplo, modificando la Constitución de facto. Sánchez va a hacer todo lo que sea necesario para retener el poder Ejecutivo, entre otras razones, porque en su vida se vio en otra, porque ni él pudo llegar más alto, ni España más bajo. Ahora se ha puesto encima de la mesa la idea de resucitar los Pactos de La Moncloa que, de la mano del inigualable Adolfo Suárez, gestaron el mayor periodo de estabilidad económica y social de nuestra convulsa historia. El presidente ha puesto la idea en circulación por boca de una Inés Arrimadas a la que no sé si han engañado o ha dejado que la engañen. Hábil jugada, en cualquier caso, para ver si la durmiente oposición muerde el anzuelo. Casado, Abascal y la presidenta de Ciudadanos no pueden negarse a sentarse en la mesa con el presidente. Obvio. Tan obvio como que no deben olvidar que están ante un tahúr profesional que juega sistemáticamente con las cartas marcadas, ante un sujeto que responde a la perfección a lo que los psiquiatras denominan un tríope (psicópata a nivel subclínico, maquiavélico y narcisista). «SÍ» pero con condiciones sine qua non: convocatoria de elecciones en otoño, no en vano la legislatura está acabada, expulsión de Podemos del Gobierno, alejamiento de golpistas y batasunos y Presupuestos de consenso. O les aceptan estas cuatro condiciones o que lo manden a esparragar. La línea que divide la estulticia del sentido de Estado es más fina de lo que pensamos.