Coronavirus

Alarma, no: excepción

Ya ha terminado la cuarentena laboral para las actividades consideradas no esenciales por el Gobierno, incluyendo ese singular permiso laboral retribuido y compensable por los trabajadores; con lo que entramos en una nueva fase de esta dolorosa y nueva experiencia que vivimos desde hace ya un mes. Sin duda que son actividades esenciales alimentar el cuerpo y adquirir los fármacos necesarios para sanarlo; tengo más dudas respecto al fumar o pasear a nuestras mascotas tan queridas, pero aceptémoslo también...

Sin embargo, el hombre no es solo materia corporal a la que cuidar: somos también un alma, una vida espiritual que hay que atender. Obedecemos a la autoridad civil y renunciamos a gran parte de la libertad a cambio de seguridad para nuestra salud, pero también nos vemos forzados a renunciar al tan necesario auxilio espiritual en momentos de tribulación como los actuales, no pudiendo acceder a los templos, donde el Resucitado se encuentra confinado también en los sagrarios, y abandonado.

La oposición no puede seguir firmando en blanco la prórroga de esta situación a un Gobierno que viola descaradamente el derecho fundamental de libertad religiosa y de culto –aún respetando las normas establecidas–, y aunque la jerarquía eclesiástica esté muda. Este estado de alarma se ha convertido, de facto, en un estado de excepción que no debe ser prorrogado impune e ingenuamente por el PP, que –si no me equivoco– recoge en sus estatutos el humanismo cristiano. Aunque no lo parezca.