Opinión

Sin lealtad no hay salida a la crisis

Es legítimo preguntarse si la denominada Comisión no permanente para la Reconstrucción Social y Económica ha nacido con buen pie, aunque oficialmente no ha visto todavía la luz. Digamos que lo primero que ha extrañado es que una parte de la familia ha registrado sin conocimiento de la otra el nombre de la criatura. No son maneras. No vamos a entrar en cuestiones nominales porque la situación del país no está para debates que no llevan a nada, pero está demostrando que PSOE y Unidas Podemos no están actuando con lealtad. El pasado viernes, los partidos que conforman el Gobierno de coalición registraron por su cuenta en el Congreso una propuesta que no fue consensuada con el PP, que quería que dicha comisión abordara, además de medidas para paliar el golpe económico, examinar la gestión realizada hasta ahora por el Gobierno, lo que supone intervenir en algunas decisiones que, de hecho, ya se están aplicando en algunas autonomías. Sin embargo, optó por dejar fuera al PP, lo que, de entrada, es un mal comienzo. Sobre todo, porque el grupo popular no quiso registrar él solo la comisión, a pesar de contar con votos suficientes para hacerlo, sino que quería hacerlo con la firma de todos. Lo normal es que si Pedro Sánchez y Pablo Casado acordaron la creación de esta comisión parlamentaria con una misión determinada es que se respete el espíritu de colaboración.

Hoy, la Mesa del Congreso abordará la constitución de la comisión, previa deliberación de la Junta de Portavoces y, dado que socialistas y UP tienen mayoría en dicho órgano y que, además, la registraron sin contar con el resto de grupos, saldrá adelante sin mayor problema, decidiendo su manera de funcionamiento y día de inicio. El funcionamiento no es una cuestión menor, porque es la manera de que el Gobierno se asegure la mayoría, ya que Sánchez quiere que estén representados todos los partidos pequeños –once en total–, en contra de los dos que les correspondería proporcionalmente. Estamos hablando de un órgano con 46 diputados que debe sacar adelante un dictamen que se llevará al pleno del Congreso para su aprobación en el plazo de dos meses. Ardua tarea. Insistimos: no son estas las maneras de poner en marcha una comisión que debería iniciar sus trabajos con energía, confianza y una mínima complicidad. Hay que exigirse mucho más. Ahora bien, estas son las cartas que el Gobierno ha repartido y Casado no tiene más opción, ni otra responsabilidad, que aceptarlas, aun intentando mejorar su posición en una comisión que requiere el compromiso de las fuerzas con más representación y experiencia de gobierno. Si alguien tiene el perfil idóneo, el reconocimiento público y la garantía profesional para presidirla es Ana Pastor: es médico, ha sido presidenta del Congreso, ha demostrado tolerancia y moderación, es respetada por todos los grupos y tiene un gran sentido de Estado, que es lo que se necesita en este momento. Su elección sería, sin duda, la prueba de que se va en la buena dirección. Casado lo debe reclamar y Sánchez debe entenderlo así, porque de lo contrario parece imposible que un programa de trabajo tan ambicioso como reclama esta crisis salga adelante.

Recordemos que entre los puntos principales de esta comisión está reforzar el sistema sanitario; la reactivación de la economía y la modernización del sistema productivo después del parón de meses y la liquidación de muchas empresas; el fortalecimiento del sistema de protección social, además de un sistema fiscal acorde con este gasto; y la posición de España ante la UE en este contexto. Es decir, se trata de un programa de gobierno, aunque con un Ejecutivo efectivo incapaz de sacar adelante estas medidas. Hoy se pone en marcha la Comisión para la Reconstrucción y se espera una actitud constructiva por parte de todos. De no ser así, no nos cabe duda de que la ciudadanía tomará nota.