Opinión

Ciudadanos es el nuevo CDS

Fraguar un proyecto político de centro liberal reformista que represente a la maravillosa Tercera España en la que nos situamos millones de españoles es la asignatura pendiente de nuestra democracia. La UCD dijo que lo era pero, en realidad, constituía un mejunje en el que se colaron desde azules hasta socialdemócratas, pasando por democristianos, liberales y aprovechateguis varios. A todos les unía el deseo común de transitar de una dictadura a una democracia. Poco más. El aznarista viaje al centro fue tal vez lo que más se acercó a ese sueño imposible porque Rajoy aparcó las políticas liberales friéndonos a impuestos. Albert Rivera llegó con ansias de ser al fin quien copase ese espacio que, según aseveran los demóscopos, inclina la balanza a un lado u otro en todos los comicios. En esta España guerracivilista resucitada por Zapatero, la de los dos bandos, al final quienes tienen la última palabra son los votantes ubicados en ese oscuro objeto del deseo que es el centro. Pero la experiencia dicta que un partido de centro no puede gobernar jamás. Rivera entendió mejor que nadie que el hueco de los naranjas residía en copar el centroderecha ante el declive del PP pero cayó víctima de su endiosamiento. Si el ego acabó con Napoleón, Nixon o Felipe, ¿cómo no iba a hacerlo con un liliputiense como él? Arrimadas, producto político excelente, que consiguió lo imposible, ganar unas autonómicas catalanas, un auténtico tiro en las redes sociales, ha empezado su periplo con una metedura de pata colosal: dar oxígeno al presidente más incompetente, autoritario, tramposo y mentiroso de la democracia. Que para más señas, va de la mano del comunismo y el golpismo. Su «sí» salvó los muebles a un Sánchez que, de haber votado «no» PP y los naranjas, se tendría que haber comido esa excusa para el autoritarismo que es el estado de alarma. Lo de Madrid y Aguado es sencillamente suicida. Olvidan que el 85% del voto naranja procede de antiguos seguidores peperos escarmentados de la corrupción y los bandazos ideológicos. No estaría de más que la presidenta de Ciudadanos echase la vista atrás y examinase lo que ocurrió con el CDS de un tal Suárez: primero se arrodilló ante González, luego giró a la derecha en Madrid y acabó desapareciendo. Obtuvo 2 escaños en 1982, 19 en 1986, 14 en 1989 y cero en 1993. Nunca está de más recordar la historia para no condenarte a repetirla.