Opinión

De algo hay que morir

Desde que irrumpiera la pandemia en nuestras vidas parece que ya no sabemos morirnos de otra cosa. La oficina Eurostat nos recuerda que hay tres enfermedades principales que nos llevan a la tumba: circulatorias, cancerígenas y respiratorias

Cuentan los médicos y enfermeros que han estado en primera línea de Covid que, de pronto, fue como si no existiera ninguna otra enfermedad que pudiera dañarnos. Las urgencias se vaciaron de infartos, ictus, apendicitis, y todo eran toses y fiebres. Tan es así que, en un momento dado, se hizo un llamamiento a la población para que no dejaran de lado de una manera tan radical otros males, que no esperaran tanto y vencieran el miedo a acudir a una sala de emergencias de un hospital, porque se estaban dando cuenta de que muchos pacientes llegaban con cuadros muy avanzados de asuntos tan serios como una angina de pecho o un accidente cardiovascular. La semana pasada, la oficina de estadística de la Unión Europea, Eurostat, nos recordó en un informe referido a todo 2017 de qué nos moríamos antes del coronavirus importado de China. Una información valiosa para recordar a qué tenemos que seguir prestando atención, cuáles son las señales que no debemos dejar pasar. Los puntos débiles se agrupan por países, pero el dato que permanece inalterable (menos este 2020) es que una de cada cuatro muertes en Europa las sigue provocando el cáncer en sus diferentes modalidades. Además, hasta la llegada de la pandemia nuestro país era uno de los que año, a año, registraba las tasas generales de mortalidad por número de habitantes más bajas de todo el continente en eterna rivalidad con Francia. Por contra, países más situados hacia el este como Bulgaria, Rumanía, Hungría o Letonia se llevaban los primeros puestos de esta macabra lista que elabora cada año Eurostat.

En plena guerra de cifras entre los muertos que admite el Gobierno y los que reclaman otras fuentes independientes, lo que es innegable es que el Covid-19 ha llegado para revertir nuestros buenos números en este histórico estadístico sobre fallecimientos en la UE. Seguramente tardaremos años en recuperarnos y en volver a ser ese país modelo, admirado por todos, en el que se vivía mejor y se moría menos que en el resto.