Opinión

La política sí se paró con Irene

La justificación de la ministra de Igualdad, Irene Montero, de la expulsión de Teresa Rodríguez del grupo parlamentario andaluz durante su baja maternal hiela la sangre. «La política no para». Irene es hoy la máxima autoridad en defensa de la política de igualdad, y sabe, al menos electoralmente hace causa de ello, que el embarazo es un «factor diferencial» que incide únicamente en las mujeres, como estableció el Tribunal Constitucional en sentencia de enero de 2017. Por esta razón, debe ser compatible con la conservación de sus derechos profesionales. Las mujeres no ascienden por estar embarazadas, no tienen protección previa en los despidos colectivos, ven reducidos sus salarios por estar de baja, no cobran las guardias no realizadas y hasta son despedidas por acudir a juicio por ser víctimas de violencia machista.
La ministra Irene Montero ha tenido la suerte de que con ella la política sí se paró, como debería ocurrir en todas las profesiones cuando una está en las mismas circunstancias por las que pasó la ministra o en las que hoy está la representante del movimiento Anticapitalista. No debería hacer falta ser la pareja del «empresario» para que se aplique la legislación que, en teoría, vela por poner coto a las diferencias de trato injustificadas en el ámbito laboral.
Voy a hacerme eco de lo que dicen en la izquierda, los/las ex de Podemos, fagocitados por el cesarismo del mando dual, porque me parece que hay que corregir la sensación que dejó la ministra de que desde el poder se avala que si estás embarazada o de baja, atente a las consecuencias. A Teresa Rodríguez le han cortado el cuello porque cree de corazón que Pablo y los suyos se han vendido al capital. Y quien más ha celebrado su decapitamiento ha sido Susana Díaz, la líder, en horas bajas, del PSOE andaluz. Los/las ex de Podemos, no la derecha mediática o política, hablan de un duro machismo en el núcleo de Unidas Podemos. Cuentan que las favoritas del líder han caído cuando dejaron de serlo, y que la hoy favorita ha crecido a la sombra de esa condición. Dicen también que Pablo ha segado el camino a todo el que molestaba a la ministra. La defensa es tachar de machista a quien habla de esto. pero no lo digo yo, lo cuentan los que un día compartían mesa con el César. Yo creo que, como dice mi madre, de lo que uno haga en su cama, de lo suyo gasta, pero, ya saben, donde tengas…