Pedro Sánchez
España baja, Sanchez sube
Hoy, ya creciditos, a las puertas de 2021 los españoles, parados, empleados o empresarios vivimos bajo la economía del surrealismo
Imaginen a nuestros Ministros y Ministras de Economía, Consumo y Trabajo, por ejemplo, jugando a las tienditas con Pablo Iglesias y Pedro Sanchez, regresados (Psicológica y madurativamente), de chupete y comerciando con grandes monedas de vivos. Una escena perturbadora, sin duda, para los no demasiado aficionados al cine o la literatura del absurdo.
Sin embargo, hay una constante en las finanzas más elementales… incluso en esos supermercados de juguete con caja registradora y billetes diminutos y cajas de cereales huecas, con los que jugábamos con nuestros hermanos y vecinitos cuando no levantábamos un metro del suelo: cuando la riqueza escasea hay que trabajar más.
Hoy, ya creciditos, a las puertas de 2021 los españoles, parados, empleados o empresarios vivimos bajo la economía del surrealismo donde el último número de este teatro disparatado cuenta la historia de un país que cayéndose a pedazos valoraba la reducción de la semana laboral.
Pablo Iglesias ya ha comunicado que el Ministerio de Trabajo y su titular, Yolanda Díaz, están “estudiando” una medidaque, a su juicio, “podría favorecer, sin duda, la creación de empleo”, la jornada laboral de 4 días, cobrando lo mismo, por supuesto. De este modo, dicen, los empresarios tendrán que contratar a más gente y se generará empleo. ¡Tóquense, amigos, la Tocata y la Fuga!.
Lo llaman derecho a la desconexión, una medida “verde” pero lo cierto es que una medida profundamente populista (o ¿kafkiana?) y contraria al progreso económico y razón. Si los empleados producen menos, pero cobran lo mismo, la rentabilidad de las empresas caerá.
A ver, desde la lógica, cuando en la economía de un país no hay dinero, cuando se roza la bancarrota como es el caso de la España post Covid, lo que hay que hacer es trabajar más por menos dinero. Esto es de cajón. A eso se le llama arrimar el hombro, arremangarse… levantar la economía. Y esto que pensamos usted y yo lo piensa cualquier administrador, cualquier ama o amo de casa… pero el gobierno de España, al parecer no se mueve por el bien común, ni sería posible que un político nos aconsejase apretarnos el cinturón (o ese “quien bien te quiere te hará llorar”) No. Nuestros políticos, que sólo viven pendientes de ser aplaudidos, vitoreados y, finalmente, votados por una masa acrítica de insolventes en absoluta dependencia, nos proponen subir el sueldo y van más lejos.
Analicemos el contexto de esta obra, que es de suma importancia: España es el penúltimo país del grupo del G20 en cuanto a economía se refiere. España sufrirá la mayor recesión de todos los países de esta organización, con un hundimiento del 11,6 % de su PIB, de hecho, es el país de la OCDE que más caerá este año. Este dato conviene recordarlo para entender el extremo ionesquiano que tenemos el desconcierto de presenciar en el escenario de la gestión gubernamental.
Nuestra economía hace aguas tras chocar con el iceberg de la pandemia internacional pero nuestro capitán (el ejecutivo español) no ha compartido camarote con un libro de economía y finanzas en toda su existencia; ni falta que le hace _” nosotros somos más del Esperpento” _ como todo el mundo sabe, por eso ha decidido subir el salario mínimo interprofesional de nuevo. ¡¡Qué gran noticia!! ¡¡El gobierno de los justos!!
A ver, dinero-dinero, no hay, pero el relato es trepidante: miles de españoles en paro subsisten gracias a familiares o amigos porque la Administración no les hace ingreso alguno en cuenta, los ERTES no se abonan y el Ingreso Mínimo Vital al parecer tampoco funciona de acuerdo a los felices planes de sus simpáticos diseñadores.
España grita “me ahogo” y, por supuesto, nuestro Caballero Andante Particular, Pedro Sanchez comunica sus decretos sensacionalistas para satisfacer a unos votantes con el agua al cuello como quien les lanza flotadores infantiles en las aguas gélidas del atlántico norte.
“Subamos el salario para que todo el mundo tenga un buen sueldo”. Atentos a esta proposición aniñada y ridícula, apoyada por votantes aún más aniñados y ridículos (o quizá ¿jetas?) de que hay dinero infinito (si uno es bondadoso) para subir y subir el sueldo; al fin y al cabo, los autónomos y pequeños empresarios bien podemos ser “más generosos” y “menos fascistas” y contratar y mantener empleados más caros que nunca ahora que nuestros negocios facturan menos de la mitad: ¡Es navidad!
Hay otro supuesto aceptado en la economía esencial y es que elevar el salario mínimo año tras año, expulsa del mercado laboral a los menos cualificados, al no poder generar con su trabajo un valor suficiente para cubrir los costes de su contratación, por lo que su destino es el paro o la economía sumergida. ¿Qué tal? ¿No aplauden? ¿No les gusta la obra?
Me temo que el planteamiento que propone el Sanchismo-Podemismo es de difícil alteración porque como todos los historiadores saben, mientras más empobrecidos están los ciudadanos, más poder tendrá por defecto un gobierno social comunista. Ellos lo saben y lo celebran, y sus medidas_ antieconómicas, insostenibles e incumplibles, como ya se ha visto en el IMV_ no tienen como objetivo una estrategia de mejora macroeconómica a largo plazo sino un sostenerse ellos e ir tirando.
Por cierto, esta función (tragicómica) se titula: La pobreza no suscita rebeldía o Las personas en dificultades no se rebelan, se amansan.
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